EDURNE URIARTE, ABC – 07/10/14
· El mito de los intelectuales es ese que los sitúa habitualmente al frente de las batallas por la libertad.
La frase hecha me sirve en este caso para los intelectuales catalanes, esos que ni están ni se les espera en la defensa de la democracia, del Estado de Derecho y de esa mayoría silenciosa catalana que se siente española además de catalana. Salvo contadas excepciones, por supuesto, tan contadas que el silencio intelectual es aún más evidente y doloroso. Y apunta a tres cuestiones que me interesan, la del mito de los intelectuales, la comparación con el País Vasco y la imposición del extremismo nacionalista en una sociedad mayoritariamente moderada.
El mito de los intelectuales es ese que los sitúa habitualmente al frente de las batallas por la libertad. Gran falsedad que algunos han dado en creer, supongo que por la necesidad de héroes. La realidad habitual es la de Cataluña, con la mayoría de esos supuestos valientes callados como muertos. Luis Ventoso lo apuntaba en estas páginas hace unos días respecto a los comunicadores catalanes, que son, en parte, miembros de esa comunidad de intelectuales. Pues eso, ni están ni se les espera, callados hasta que pase el vendaval y puedan pronunciar alguna frase políticamente muy correcta que no les genere problema alguno.
Tan callados, tan temerosos, que hasta siento simpatía por Piqué, y eso que soy del Real Madrid. Este futbolista, en las antípodas de mis ideas políticas, al menos se ha arriesgado en la defensa de su independentismo en la medida en que juega en la selección nacional y quiere seguir haciéndolo. Y él se dedica al fútbol, no al liderazgo de ideas. Los que se dedican a esto último, al menos teóricamente, son los que callan. No vaya a ser que les miren mal en Cataluña o les dejen de llamar de una tertulia o no logren financiación para una investigación. Tan calculadores y miedosos como el resto de la población, ni más ni menos. Con la desventaja de que luego juegan a ser líderes, cuando no hay nada en riesgo.
¿Es diferente a lo ocurrido en el País Vasco? Porque en mi tierra sí que hubo una movilización intelectual, en este caso contra el terrorismo. Es cierto que tardó mucho en aparecer, que no todos los intelectuales participaron, ni mucho menos. Pero acabó surgiendo un núcleo importante de intelectuales muy relevantes y de varias procedencias ideológicas que se movilizaron y se arriesgaron. En un contexto social muy parecido al catalán, con una mayoría de vascos que se sienten también españoles, pero con un gran dominio del nacionalismo en todos los ámbitos. Y su intervención fue de enorme importancia, porque dio voz a la mayoría silenciosa, porque contrarrestó el discurso de algunas élites políticas, porque fomentó la movilización.
Es decir, contribuyó a todo lo que no está ocurriendo en Cataluña y que explica el extraordinario fenómeno de una sociedad moderada ideológicamente que está siendo llevada a la deriva por una minoría nacionalista extremista. El espectáculo es digno de estudio para los politólogos, los sociólogos, los psicólogos y los antropólogos. Una democracia con plena libertad de expresión, con una mayoría que quiere seguir siendo española y en la que la palabra, las decisiones y el liderazgo han quedado en manos de los radicales. Con esa mayoría a la espera de que la ley, o el Gobierno de la nación, o un milagro, los libre de los extremistas y de sus locuras. Porque quienes no los van a librar son los supuestos intelectuales valientes.
EDURNE URIARTE, ABC – 07/10/14