Kepa Aulestia-El Correo
- Lo que más destaca del Aberri Eguna 2025 es que este año ha empequeñecido la patria
El Aberri Eguna, el Día de la Patria Vasca, se convierte año a año en una jornada obligada para que el PNV por un lado y EH Bildu por el otro celebren sus respectivos actos políticos. Y poco más. Exceptuando la tradición que, coincidiendo con el Domingo de Pascua, mantienen algunas familias nacionalistas a la hora de comer, o la menguante exposición de ikurriñas en los balcones, la sociedad ‘turistizada’ ha borrado todo atisbo de festividad identitaria. Entre hoy y mañana los protagonistas serán Aitor Esteban y Arnaldo Otegi, tratando de diferenciar sus ofertas, aunque manteniendo públicamente el ‘fair play’ entre abertzales al que mandata el día de Resurrección.
Esta vez la celebración partidaria del Aberri Eguna destaca, tanto en Bilbao como en Pamplona, por el empeño paternalista que los jeltzales por un lado y la izquierda abertzale por el otro tratan de poner en la revitalización de sus respectivas juventudes. En el caso de la segunda, con la organización de vísperas del encuentro impulsado por Ernai en Berriozar. Sin duda con el ánimo de responder al activismo de GKS, que ensombrece la renovación generacional de una EH Bildu de marcada vocación institucional. Concediendo a sus jóvenes la defensa nominal del independentismo y del cambio de ciclo político. Una contienda doméstica dentro de un Aberri Eguna doméstico. En el caso de los primeros, la convocatoria una semana antes de un encuentro de EGI en Baiona con el que la reivindicación del Zazpiak Bat parecía confundirse también con la tarea encomendada a los más jóvenes. Días después de que Esteban pusiera sordina a la búsqueda de un nuevo status para el autogobierno vasco. Y quedando en el aire las palabras del nuevo presidente del EBB, abogando por que el partido ofrezca a los jóvenes (¿a los jóvenes afiliados?) más facilidades para la participación política.
Pero lo que más destaca del Aberri Eguna de 2025 es que este año ha empequeñecido la patria. En la Plaza Nueva de Bilbao, repleta de terrazas y visitantes, el PNV ha instalado su escenario bajo el lema ‘Euskadi gara. Mundialak gara’. Desde casi la Transición los jeltzales subrayaban en el Aberri Eguna la europeidad de Euskadi para sortear su pertenencia a España. En esta ocasión han optado por realzar jocosamente la ‘mundialidad’ de los vascos. Solo que la guerra de Putin y la de Trump no permiten demasiadas bromas al respecto. El PNV no ha rehuido el término rearme desechado por Pedro Sánchez. Frente a un EH Bildu tentado de guarecerse en el post-sovietismo en nombre de la paz. En cualquier caso, Euskadi -o Euskal Herria- se vuelve diminuta en un mundo imprevisible. Basta con fijarse en la inanidad de los gestos a los que se ha visto obligado el lehendakari Pradales ante el anuncio de los aranceles estadounidenses. Al tiempo que los de Otegi prefieren no comparecer, más que para referirse al agotamiento de la actual fase del capitalismo.