Santiago González, EL MUNDO, 3/10/12
Eran las cinco y cuarto de la tarde cuando Artur Mas abandonó el edificio del Senado sin hacer declaraciones. Hora taurina, podríamos decir, si no fuera porque «las cinco en todos los relojes / las cinco en sombra de la tarde» ha dejado de ser la hora taurina según la estación y la calor. Por otra parte, el territorio que gobierna Mas es terreno acotado para correbous desde el pasado mes de enero. No sabemos si el honorable llevaba personalmente su trolley en ese gesto de llaneza sin parangón entre todos los presidentes del mundo, según el reportaje de acompañamiento a su viaje al ignoto territorio de los papalagi, pero al revés que con el Rey, el día en que éste inauguró la nueva terminal del puerto de Barcelona, el president de la Generalitat no le hizo ascos a dejarse fotografiar ayer acompañado de sus pares –dicho sea sin ánimo de molestar– en el salón de plenos del Senado. Rajoy y Sáenz de Santamaría en el centro, con Patxi López a la derecha del presidente y ArturMas a la izquierda de la vicepresidenta. No es que el lehendakari haya sido favorecido por los desplantes del president. Se trata sólo de que el protocolo ordena a los autonómicos según el orden de aprobación de sus respectivos estatutos. Y el de Guernica se registró antes que el de Sau porque el diputado de UCD que lo llevaba a La Moncloa, Juan Echevarría Gangoiti, fletó un avión privado y le madrugó la primicia en el registro a su homólogo catalán. El caso es que la reunión concluyó con más éxito del que se podía esperar esta mañana, si bien el Monarca había escarmentado de aquellos plantones que se le daban en la era Zapatero, que llegaban los presidentes a las tantas y en La Zarzuela se les pasaba el arroz, razón por la que cambió el almuerzo en sede real por un desayuno en la Biblioteca del Senado. La reunión se saldó con un éxito notable. Así lo entendió el presidente del Gobierno, a quien el gozo no le reventaba por las cinchas del caballo, pero que se mostraba abierta y comprensiblemente satisfecho, dados los precedentes y las expectativas. Se ha llegado a un acuerdo básico por unanimidad, en el que el Gobierno y las CCAA se comprometen a cumplir con el déficit y los plazos; se crea un comité para evaluar el reparto de la carga entre el Estado y las autonomías, una moratoria de un año, que en este tiempo de incertidumbre es un plazo fronterizo con la eternidad. También hay compromiso para cumplir las recomendaciones que lleguen de Europa y para apoyar al Gobierno ante un eventual rescate. Los presidentes contaron ante los medios sus impresiones sobre la conferencia y estuvieron comedidos. El acuerdo no es el primer misterio glorioso del rosario, pero sí es, junto a los resultados del test de estrés de la banca española, la única señal positiva que enviamos al exterior en bastantes días. Mas aplazó su valoración hasta la rueda de prensa que dará hoy en su terreno y esto lleva un factor de incertidumbre. Pero no pensemos en tan largo plazo: carpe diem.
Santiago González, EL MUNDO, 3/10/12