Se celebró ayer domingo una concentración en contra de la amnistía con la que Sánchez quiere blindar a golpistas y demás delincuencia estelada. Como sea que recayó en servidor el inmenso honor de leer el manifiesto redactado por las entidades convocantes me gustaría precisar algunos extremos. Es cierto que no fue un acto de masas. La plaza de San Jaime – sí, escribo San Jaime porque lo hago en español y no se dice London, New York, Marseille o Moskva – es pequeña. Pero es un lugar emblemático, puesto que allí se concentran las dos instituciones con mayor peso en Cataluña, generalidad y ayuntamiento de Barcelona. Eso, por no hablar del significado histórico y la cantidad de instantes que han pasado a la historia y sucedidos en ese lugar.
No había miles de personas, cierto, pero entre los que defendemos la Constitución Española existen pocos funcionarios de la cosa separatista, que acuden a toque de pito cuando su amo los llama
Digamos también que los medios sepultaron la convocatoria, que ese día se celebraba una maratón en la Ciudad Condal que cortaba el paso, pero no quisiera que esto pareciera una disculpa. Ya saben, lo de que si no ha venido gente porque llovía, porque había partido, porque Enrique Tomás regalaba jamones – ¡ojalá! – y demás excusas. Vino la gente que vino y si bien no fueron miles tampoco eran cuatro gatos. Y punto. Pero la acorazada rogelia ha arremetido contra el acto aduciendo que aquello fue ridículo. Y no lo fue.
No había miles de personas, cierto, pero entre los que defendemos la Constitución Española existen pocos funcionarios de la cosa separatista, que acuden a toque de pito cuando su amo los llama. ¿O creen que se puede movilizar a mucha gente en mi tierra si sus mantenencias no dependen de la estelada? Bastante se hizo con las manifestaciones de Sociedad Civil y otras. El separatismo lo tiene mucho más fácil: juntas a los funcionarios de tu departamento, les dices que a tal día y a tal hora hay que estar en tal sitio, dejas caer que es per Catalunya, lo que implica que si no vas lo tienes crudo, y juntas a toda la administración catalana que, en lugar de estar en su lugar de trabajo en un despacho, está en su lugar de lamesuelas en la calle.
No había bocadillo ni carguito que obtener, no había más que amor a la patria y el deseo de vivir en armonía sin tener que soportar un gobierno corrupto
Por otra parte, cuando un separatista eructa alguna barbaridad los medios del régimen se pasan semanas voceándolo, con una cobertura por tierra, mar y aire. Repasen TV3 y verán cómo se hinchó el globo de aquellas diadas de globitos, figuras trapezoidales, vías europeas y demás jaimitadas. El constitucionalismo carece de todo eso porque aquí el estado, España, no existe hace décadas. Está, eso sí, en los corazones de los que se niegan a elegir entre querer a más a papá que a mamá. Esa es la gente que acudió al acto. Gente humilde, de los barrios de Barcelona, porque no había ningún partido que financiase autocares venidos desde quién sabe dónde. No había bocadillo ni carguito que obtener, no había más que amor a la patria y el deseo de vivir en armonía sin tener que soportar un gobierno corrupto.
No éramos ni tantos ni tan tontos. Éramos los que éramos, los que todavía notan que algo se les ha metido en los ojos cuando suena el himno nacional, lo que poseen capacidad de indignación frente a la injusticia del señorito
No éramos ni tantos ni tan tontos. Éramos los que éramos, los que todavía notan que algo se les ha metido en los ojos cuando suena el himno nacional, lo que poseen capacidad de indignación frente a la injusticia del señorito. Y mientras existamos, quienes se burlan de nosotros o nos ignoran lo tienen muy mal. Podrán engañar durante un tiempo a los ágrafos trabucaires, a los esclavos que defienden al amo, a los pobres que dan propina al plutócrata. Pero a los que se ganan el pan con su trabajo, no. No sé si seremos tantos, pero tontos no somos. Ellos, además de mala gente, son de una tontería sideral.