- Es una verdad objetiva que los políticos actuales no están a la altura de los retos de nuestro tiempo y que echamos de menos a políticos íntegros
No es necesario ni ser socialista ni ser sindicalista ni compartir cada una de las ideas que defendió Nicolás Redondo Urbieta para reconocer y valorar su coherente trayectoria vital, sindical y política y lamentar su fallecimiento, producido este pasado 4 de enero en Madrid, a los 95 años. Basta con ser demócrata.
Nicolás se afilió al PSOE y a la UGT en 1945, con apenas 18 años. Tras el Congreso del PSOE de 1972, se convierte en miembro de la dirección colegiada del partido. En el histórico Congreso de Suresnes celebrado dos años más tarde, renunció finalmente a presentar su candidatura para convertirse en secretario general, puesto que finalmente ocupó Felipe González tras llegar a un acuerdo con el de Baracaldo. En 1976 se convirtió en el secretario general de la UGT, puesto que ocupó hasta 1994, tras una etapa de durísimos enfrentamientos con el PSOE, partido al que perteneció siempre. Fue elegido diputado socialista por Vizcaya en 1977, 1979, 1982 y 1986. Un año después renunció a su escaño para mostrar su posición contraria a las políticas económicas, fiscales y laborales de Felipe González y, tras emplear su libertad de acción política en el Congreso de los Diputados frente a la disciplina de voto que imponen los partidos políticos a sus parlamentarios para cercenarles su libertad de pensamiento y abortar cualquier atisbo de debate y de disidencia interna, votó en contra de los Presupuestos Generales del Estado para 1988.
Toda su vida es un dechado de integridad, dignidad y coherencia. Durante el franquismo, fue detenido, procesado y encarcelado por sus actividades políticas y sindicales y por sus firmes principios democráticos que lo llevaron a oponerse con todas las consecuencias a la dictadura de Franco. Durante la dictadura fueron muchos los antifranquistas pero no tantos como algunos nos cuentan y, desde luego, no tantos como los que se reivindican hoy como tales, cuando ya no te juegas el destierro, la cárcel o la vida. Nicolás fue uno de aquellos luchadores por la libertad que hicieron posible el fin de la dictadura, la Transición Democrática que algunos hoy menosprecian y democracia que algunos infravaloran poniéndola en peligro.
«Yo no concibo un partido de izquierda radical, que se dice de izquierda radical, y que al mismo tiempo tenga un profundo sentido separatista. No lo entiendo. No lo entiendo»
Nicolás fue el secretario general de la UGT que, tras haberlo apoyado en las elecciones de 1982 y 1986, puso contra las cuerdas al Gobierno de Felipe González con la histórica huelga general del 14 de diciembre de 1988. Según nos relataba el propio Nicolás en una de sus últimas entrevistas, se trataba de hacer frente al «socioliberalismo de Felipe González» y a «sus políticas de austeridad y recortes» puestas en marcha tras el logro de su segunda mayoría absoluta y por «incumplir el programa político» con el que se presentaron a las elecciones. En esa misma entrevista, Nicolás se lamentaba de que «aquel espíritu combativo de los sindicatos UGT y CC.OO se haya perdido», de que «la izquierda prácticamente haya desaparecido» y de que en el PSOE, más allá de Sánchez, «no haya nada». También tuvo para Podemos: «Yo no concibo un partido de izquierda radical, que se dice de izquierda radical, y que al mismo tiempo tenga un profundo sentido separatista. No lo entiendo. No lo entiendo».
Cuando algunos afirmamos que otra izquierda distinta a la que nos gobierna es posible, pensamos en personas como Nicolás Redondo Urbieta. Y cuando decimos que la política es un compromiso que debe ejercerse con integridad, dignidad y coherencia, pensamos en personas como Nicolás Redondo Urbieta. Hay un punto de exageración cuando decimos que los políticos de antes eran mejores que los de ahora o que los sindicalistas de antes eran mejores que los de ahora, porque tal cosa es algo que se ha dicho siempre, también en aquella época. Pero creo que, exageraciones al margen, es una verdad objetiva que los políticos actuales no están a la altura de los retos de nuestro tiempo y que echamos de menos a políticos íntegros que, a derecha o a izquierda, antepongan el interés general a sus intereses particulares o partidarios.
Nicolás Redondo Urbieta fue un ejemplo. No son tanto sus ideas como la forma coherente de defenderlas, su respeto por los adversarios políticos que no le impedía criticarlos, y su compromiso con la unidad de España desde la izquierda. Todo ello echamos de menos hoy día. Por eso recordamos a Nicolás Redondo Urbieta.