JUAN MANUEL DE PRADA – ABC – 03/06/17
· La primera y más elemental muestra de patriotismo consiste en pagar los impuestos.
Me han resultado muy penosas unas palabras del fiscal general del Estado, José Manuel Maza, en las que anunciaba la dimisión de su subordinado Manuel Moix. En medio de otras afirmaciones sonrojantes, sostenía Maza que poseer una participación en una sociedad asentada en Panamá no constituye «ningún tipo de irregularidad».
Lo cierto es que constituir una sociedad para emboscar la titularidad de una propiedad es un caso flagrante de ese abuso de la personalidad jurídica que tanto daño ha hecho al Derecho y a la confianza de quienes vivimos sometidos al imperio de la ley. La persona jurídica no puede servir como refugio para sustraerse a la aplicación de la ley; y la constitución de sociedades para evitar el pago de impuestos constituye un lamentable fraude de ley que debería ser perseguido con denuedo.
Pero es que, además, el fiscal general del Estado se estaba refiriendo a una sociedad registrada en un país en el que no realiza actividad económica alguna; un país que hasta hace muy poco estaba considerado un paraíso fiscal (y que sigue siéndolo, como cualquier persona que haya tenido ocasión de visitarlo recientemente sabe). Cuando un español registra una sociedad en un país donde no realiza actividad económica alguna lo hace con la evidente intención de sustraerse a las leyes españolas, para evitar gravámenes u obtener beneficios. Y lo mismo puede decirse de quien hereda una sociedad de estas características y no procede de inmediato a su disolución. Que, además, esa persona sea un alto funcionario, un servidor público obligado a velar por el cumplimiento de las leyes, convierte esa «irregularidad» en un charca de pestilencia.
En un ordenamiento jurídico sano todas estas «irregularidades» constituirían tipos penales perfectamente descritos y tendrían asignadas penas disuasorias. Pero vivimos en una época en que el Derecho ha sido forzado a humillarse ante el Dinero, en el que –como nos advertía San Agustín– la Justicia ha sido profanada por «juntas de ladrones» que han retorcido su sentido originario. Así se explica que los ordenamientos jurídicos de nuestra época amparen y aun fomenten el abuso de la personalidad jurídica, permitan la constitución de sociedades en paraísos fiscales y hagan la vista gorda ante flagrantes casos de fraude.
Pero esta humillación del Derecho ante el Dinero no se perpetra impunemente. Se logra a costa de una aminoración pavorosa del patriotismo, de una desconfianza creciente en las instituciones, de un desaliento colectivo y una desafección popular que primero es lánguida para después irse incendiando, hasta hacerse rabiosa. Declaraciones tan desafortunadas como las del fiscal general del Estado contribuyen a incendiar esa desafección. Hace unos días una masa enardecida de separatistas silbaba el himno nacional; pero si ese himno invoca un país en donde se pueden constituir sociedades instrumentales y registrarlas en paraísos fiscales para que sus titulares puedan burlar la legislación española y el pago de impuestos no hace falta ser separatista para silbarlo.
La primera y más elemental muestra de patriotismo consiste en pagar los impuestos; y un país en el que algunos se escaquean de pagarlos, emboscados detrás de sociedades instrumentales con sede en paraísos fiscales, sin cometer «irregularidad» alguna, no es una patria, sino una colonia del Dinero.
Un fiscal general, en un auténtico «Estado de Derecho», estaría obligado a perseguir estas acciones, que constituirían tipos penales perfectamente descritos. Aquí puede afirmar tan campante que no constituyen «ningún tipo de irregularidad».
JUAN MANUEL DE PRADA – ABC – 03/06/17