SANTIAGO GONZÁLEZ-EL MUNDO
«Vaya por Dios, me habrá pillado distraído», pensé al leerlo, porque no había reparado en que el dirigente naranja estuviera asistido por dotes extraordinarias, ni que le correspondiera a él nombrar ministras y/o ministros. Sin embargo, sus palabras levantaron una considerable polvareda, no por lo que acabo de apuntar, sino por el presunto carácter machista de sus palabras.
La práctica totalidad de quienes fueron sus compañeros de Gabinete, 30 ex ministros de Zapatero, han firmado una carta dirigida a Albert Rivera para que afee a Aguado sus palabras. La carta es, en realidad, una autoinculpación de los firmantes. ¿De verdad les parece que Leire Pajín y Bibiana Aído eran dos personas capacitadas para regir sus ministerios? Hay un testigo de excepción en el presidente Zapatero, que después de haber nombrado a Aído ministra de Igualdad, al cabo de dos años, le rebajó el cargo a secretaria de Estado de lo mismo. Creo que es un caso único en la democracia española. No por haber superado en dos años su nivel de incompetencia, sino porque esto fuera explicado en el BOE.
La difunta revista Tiempo explicó el nombramiento: en un mitin gaditano, Zapatero fue interpelado por una joven que le gritó: «José Luis, tienes que sonreír más, que tienes una sonrisa muy bonita». El candidato se acercó a ella y le pidió el teléfono. Un tiempo después, cuando ya era presidente, la llamó, pero no con propósitos normales, pedirle una cita, por ejemplo, sino para ofrecerle un ministerio. Era Bibiana Aído y ambos sobrepasaron largamente su nivel de incompetencia.
Leire Pajín es otro caso notable, que adquirió justa popularidad al anunciar una entrevista de Zapatero con Barack Obama como un «acontecimiento histórico que se producirá en este planeta, la coincidencia en breve en ambos lados del Atlántico de Obama y Zapatero en la Presidencia de la Unión Europea». Sólo un mes más tarde volvió a hacer cumbre al declarar en una universidad de verano que «el PIB es masculino, es claramente masculino, y por tanto el cambio estará en el momento en que las decisiones importantes estén tomadas también por las mujeres».
Ella fue la diputada más joven del Congreso cuando ganó su escaño a los 23 como cabeza de lista por la circunscripción de Alicante. Y una de las más indocumentadas. En aquella legislatura, su circunstancial vecino de escaño, el histórico Luis Yáñez, le dijo: «Esta tarde me voy a tu pueblo». «¿A qué?», preguntó ella cortésmente. «A dar una conferencia sobre Rodolfo Llopis». «¿Y quién es ese?». repreguntó la novicia. «El secretario general de tu partido anterior a Felipe González», respondió él, imagino que con cierta pesadumbre. Treinta ministros con ellas. ¡Virgen Santa!