Jose Alejandro Vara-Vozpópuli
Moncloa busca culpables. Sánchez señala a los reos del delito de bloqueo: Casado, Rivera, Iglesias sin duda, y ahora, el Monarca.
Ochenta días después de las elecciones generales, el único voto no socialista con que cuenta Pedro Sánchez para ser investido es el de las anchoas. Es decir, el del Partido Regionalista de Cantabria de Miguel Ángel Revilla. El resto es un ejército de ‘noes’ salpicado con algún ‘ya se verá según lo que me des’.
Sánchez no ha cumplido con el encargo que le hizo el Rey para sacar adelante su investidura. «Lo haré con honor y responsabilidad», afirmó el presidente en eternas funciones al salir de la Zarzuela. No lo ha hecho. Ha ignorado la palabra dada al Monarca. Apenas lo ha intentado. No ha movido un dedo, no ha amagado un gesto, ha sido incapaz del más mínimo esfuerzo. «O gobierna el PSOE o gobierna el PSOE», sentenció al salir de la Zarzuela, con solemne rotundidad. «No hay otra alternativa», añadió.
Sánchez no ha cumplido con el encargo que le hizo el Rey para sacar adelante su investidura. Ha ignorado la palabra dada al Monarca. No ha movido un dedo
Cierto. El grupo socialista es el que cuenta con la mayoría parlamentaria. Raquítica, 123 escaños, pero mayoría. Por lo tanto, o PSOE o PSOE. Pero no hay que olvidar que la formación de Gobierno admite un abanico de variables, desde el bloque de la moción de censura a la coalición con alguna de las dos fuerzas del centroderecha. Nada de eso se ha tanteado. «Parece que Dios no quiere». Sánchez podría hacer suyas las palabras de Felipe IV tras su fracaso en la reconquista de Portugal. Con la salvedad de que el ‘rey pasmado’ al menos lo intentó.
La mayor de las mascaradas
Sacudirse las culpas, ese es el juego al que ahora dedican su tiempo los arúspices de la Moncloa. Y señalar culpables. Pablo Iglesias aparece el primero en el ranking. «Una mascarada muy grande», ha calificado Sánchez al referéndum convocado entre sus fieles por el caudillo morado. También el PP, que se las da de partido de Estado y no colabora en este delicado trance de prolongar la estancia de Sánchez en su colchón de la Moncloa. Y, por supuesto, Ciudadanos, «Rivera ni siquiera responde a mis llamadas».
Todos ellos son culpables del delito de no conducir a Sánchez bajo palio hacia su investidura. Y hay más. Por ejemplo, la Constitución, que incluye en su artículo 99 una conspiración inaceptable contra los propósitos del aspirante a presidente. «Hay que reformarla». O que le corten la cabeza (a la Carta Magna, se entiende). A partir de ahora también se suma el Rey a la galería de los presuntos, ya que, como bien recuerda Sánchez, «mi candidatura decae en julio». Consumada la investidura fallida, será el Monarca quien deberá tomar las decisiones. Es decir, la Corona deberá colegir entre si encarga un nuevo intento o se cruza de brazos hasta las urnas.
Sánchez ya ha señalado a los reos del delito de leso bloqueo, a los responsables de ir de nuevo a las elecciones. «No, bonito», podrían espetarle al estilo Carmen Calvo desde la oposición
Como en la película de Buñuel, en estos días se afanan en Moncloa en poner a los inocentes a un lado y a los culpables en otro. «Cela s’apelle l’aurora’, tituló su filme el genio de Calanda. Sánchez ya ha dispuesto la coreografía, ya ha señalado a los reos del delito de leso bloqueo, a los responsables de ir de nuevo a las elecciones. Culpables, todos. Excepto él. «No, bonito», podrían espetarle al geniológico (sic) estilo Carmen Calvo, desde la oposición. «Aquí el único responsable eres tú. Y lo sabes». El 10 de noviembre, papeletas de nuevo ristre, quedará plasmada la radiografía de una colosal burla, de un fracaso monumental.