Guillermo Garabito-El Español
  • No hay cobardía mayor que quedarse agazapado cuando pronuncian tu nombre en una sala donde estás acusado de delitos tan graves, como si se pudieran esquivar la deshonra y la justicia.

Hay sitios donde uno debe personarse, sin excusas. En una cita, en un duelo, en tu propio funeral.

Hay lugares donde uno no manda a su abogado y se esconde, como no se esconde en la noche de bodas. Hay días para los que uno se levanta, se afeita, se viste por los pies y lo encara sin aspavientos, sin lloriqueos, sin excusas, se llame Begoña Gómez o Perico Fernández.

Cuando a uno le sientan en el banquillo acusado de malversación, tráfico de influencias y otros tres delitos más, no puede decir que desconocía la ley, que fue un error, que lo hizo, pero no iba en serio.

Pero, sobre todo, lo que no puede hacer es no acudir cuando el juez lo exige.

Si tuvo la sangre fría de ir con todo por ser quien era, qué menos que ir con todo al juzgado y no acobardarse y mandar a tu abogado como quien manda un burofax de desistimiento, una paloma mensajera, una bandera blanca que no se atreve a sujetar.

No hay dignidad alguna en eso de vivir como fugitivos, sin presentarse en el juzgado o escondidos en La Moncloa mientras a Hacienda le aseguras que resides en Portugal como un vulgar salteador fiscal.

David Sánchez y Begoña Gómez, hermano y esposa del presidente del Gobierno, en la tribuna de invitados del Congreso.

David Sánchez y Begoña Gómez, hermano y esposa del presidente del Gobierno, en la tribuna de invitados del Congreso. EFE

España es un país caro en impuestos, cada vez más. Pero cuando encima es tu hermano y su ministra de Hacienda quienes los elevan trimestre a trimestre sisando a las clases medias…

Si el juez te cita un sábado por la mañana, no hay nada más importante que hacer. No hay excusas, ni urgencias que atender. Esto de torear a los españoles dos veces (primero usando, presuntamente, recursos públicos para lucrarse y segundo evitando dar la cara a la justicia) es la expresión del sanchismo en su estado más puro.

Como uno no manda a su abogado a una primera cita, tampoco deja de comparecer cuando el juzgado así lo exige. No hay cobardía mayor que quedarse agazapado cuando pronuncian tu nombre en una sala donde estás acusado de delitos tan graves, como si se pudieran esquivar la deshonra y la justicia.

Me parece una actitud tan infantil que diría que incluso los niños chicos, pasado infantil, le echan más valor a la vida.

El presidente ha interpuesto mil asesores entre la Justicia y su mujer. Un abogado, toda la prensa a sueldo e incluso España, a la que pretende usar como carne de cañón si hace falta, para evitar que Begoña dé explicaciones. Porque para Sánchez el poder no exige explicaciones, quiénes se habrán creído para exigirlas….

Este es el problema de llegar sin experiencia, sin meritocracia, sin excelencia alguna. Que les da por pensar que los negocios en Moncloa se hacen igual que en una sauna.