Antonio Casado-El Confidencial
- Que Sánchez se juegue la coalición con la contrarreforma indica el tamaño del roto que le causa la ley Montero
Se endurecen las penas y se tipifican mejor las conductas delictivas, pero no se altera el núcleo de la ley Montero, pues se mantienen la filosofía del solo sí es sí y la refundición de los anteriores tipos de abuso y agresión en uno solo de agresión sexual, aunque lo que antes era abuso pase a llamarse ahora “agresión sin violencia”. Las reacciones de la parte podemita del Gobierno están fuera de lugar.
Verlo en clave electoral nos ayudará a entender el culebrón. Esto va de votos, no de carreras de sacos por ver quién se pone más estupendo en defensa de los derechos de la mujer. Si el PSOE se está jugando la continuidad de la coalición con Podemos, eso permite hacernos una idea del tamaño del agujero causado por la ley del solo sí es sí en la imagen de Pedro Sánchez y en su facturación electoral.
El estado mayor de la Moncloa llegó a la conclusión de que el coste de dejar la ley tal y como había acabado en el BOE a principios del otoño, con todas las bendiciones del Gobierno, habría sido mayor que el de una eventual fractura de la alianza con el partido de la ministras Irene Montero y Ione Belarra.
El tardío descubrimiento de que la agresión sexual estaba siendo más barata que robar, tal y como expresaba ayer la ministra de Justicia, Pilar Llop, ha impulsado la contrarreforma. Así que Sánchez acierta al rectificar. No es poco, aunque ponga en peligro la ecuación de poder que lo mantiene en el poder. El incremento de las penas para las agresiones sexuales, así como una más rigurosa tipificación de las conductas delictivas, le hará recuperar votantes de su propia familia política.
El PSOE acierta al rectificar. El incremento de las penas le hará recuperar votantes de su propia familia política
Con razón le hacemos responsable último del acortamiento de condenas a 400 delincuentes sexuales. Pero la contrarreforma registrada en solitario por el PSOE como proposición de ley le compensa el riesgo de cancelar la alianza con que Iglesias, líder de Podemos en la sombra, viene amenazando.
Lo demás es caldo de cerebro en torno al consentimiento. Diga lo que diga la ministra de Igualdad, Irene Montero, no ha sido cuestionado. La figura y el concepto quedan como estaban y así se hace constar en la exposición de motivos de la proposición. En estos términos: “Solo se entenderá que hay consentimiento cuando se haya manifestado libremente mediante actos que, en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona” (artículo 178).
Efectivamente, es el corazón de la ley. Consentimiento mutuo como condición de una relación sexual libre entre personas. Si la relación no ha sido libre, es que ha sido forzada por alguna de las partes mediante la violencia, la intimidación o la anulación de la voluntad. Y eso es lo que se penaliza. Lo que pasa es que, desde el punto de vista técnico, es más fácil objetivar una conducta violenta o intimidatoria que objetivar la falta del sí alegada por una de las partes.
O sea, falta de consentimiento. Viene a ser lo mismo. Eso no es sacar el consentimiento de la ley, aunque así lo vean los dirigentes de Podemos. No lo aceptan de ninguna manera. Es notoria la falta de cintura política de la ministra Irene Montero para incorporarse a la contrarreforma de Sánchez. Las conversaciones están abiertas mientras dure la tramitación de la contrarreforma, pero no es descartable su alineamiento con Iglesias Turrión, que parece haberse echado al monte para sacar la cabeza al margen tanto de Sánchez como de Yolanda Díaz.