- La izquierda debería perder al miedo a ser acusada por la enfermedad infantil de la progresía de «islamófoba» por emitir una crítica a una religión que somete a mujeres y persigue a los disidentes.
Salman Rushdie ha vivido amenazado de muerte desde hace más de 30 años.
Concretamente, desde que publicó la obra Los versos satánicos, una novela con pasajes alusivos, con una perspectiva satírica y crítica, a Mahoma y a creencias islámicas. Esto provocó la ira de muchos musulmanes y que en el año 1989 el ayatolá de Irán, Ruhollah Jomeini, expresara en decreto las siguientes palabras:
En el nombre de Dios,
somos de Dios y a Dios volveremos.
Estoy informando a todos los valientes musulmanes del mundo que el autor de Versos satánicos, un texto escrito, editado y publicado contra el Islam, el Profeta del Islam y el Corán, junto con todos los editores y editoriales conscientes de su contenido, están condenados a muerte. Hago un llamamiento a todos los musulmanes valientes, dondequiera que se encuentren en el mundo, para que los maten sin demora, para que nadie se atreva a insultar las creencias sagradas de los musulmanes en lo sucesivo. Quien muera por esta causa será mártir, si Dios quiere. (…)
Que la paz y las bendiciones de Alá estén con ustedes.
[Salman Rushdie, 33 años bajo el puñal islamista: «Estoy orgulloso de pertenecer a la resistencia»]
33 años después dieron cumplimiento a la condena de muerte e hirieron gravemente al autor de Los versos satánicos.
Han sido muchas las reacciones de condena expresadas por personajes públicos de todo el mundo. Y también han sido muchas las reacciones que merecen la más rotunda condena.
«Un hombre se debate entre la vida y la muerte por expresar una crítica al islam y pretenden que soportemos cobardes argumentaciones disfrazadas de tolerancia que legitiman la tentativa de asesinato»
Por un lado, la de fundamentalistas islámicos celebrando la agresión. Por otro, la de los fundamentalistas de no se sabe qué progreso relativizando el hecho, profiriendo una tentativa de condena con la boca pequeña, hablando de lo que en nombre de otras religiones se hizo antaño o expresando su temor a que el ataque a Rushdie de pábulo a la “islamofobia”.
A unos y otros, solo puede decirles: ¡váyanse a freír espárragos! Un hombre se debate entre la vida y la muerte por expresar una crítica al islam y pretenden que soportemos pueriles y cobardes argumentaciones disfrazadas de tolerancia que solo sirven para legitimar y/o relativizar la tentativa de asesinato.
Ayer escuchaba un debate en la radio británica BBC y todos los intervienes se mostraban deeply concerned por cómo este hecho podría provocar una reacción xenófoba e “islamófoba”. Al autor de Los versos satánicos no le dedicaron más palabras que el deseo de recuperación.
En la prensa española el panorama no es mejor. Titulares omitiendo el nombre del atacante (Hadi Matar) y señalando que se desconoce el motivo del ataque. Miren, señores, una disputa vecinal no parece.
Se desconoce qué motivó al presunto agresor de Salman Rushdie, de 24 años y del estado de Nueva Jersey, a agredir al autor de la novela de ‘Los versos satánicos’, que sobrevive con respiración asistidahttps://t.co/Khms2qs11J
— elDiario.es (@eldiarioes) August 13, 2022
Entiendo, como jurista, que se está investigando. Entiendo, como ciudadana que pretende ser informada, que se debe señalar y condenar sin ambages la más factible de las causas.
Y es necesario hacerlo porque, hoy, el islam representa un gran problema. Hay un islam político que pretende realizar sus planes y programas no solo en países de contextos islámicos sino también en los europeos. Unos planes y programas incompatibles con los principios promulgados en las Constituciones de países occidentales y con nuestras prácticas socioculturales. Ayer mismo se manifestaban las mujeres en Afganistán contra el régimen talibán.
Como expresaba ante la noticia mi admirada Násara Iahdih, feminista saharui que lucha denodadamente contra el patriarcado islámico, que no tomen a las mujeres de contextos islámicos por sumisas. No lo son. Frente a talibanes armados exigieron ayer su derecho a la educación y al trabajo.
[Rushdie fue apuñalado por un devoto del extremismo islamista alabado por la prensa conservadora iraní]
Comprenderán ahora la incompatibilidad expresada. Porque estas son premisas fundamentales de esos planes y programas: negar el derecho a la educación y trabajo a las mujeres, de su libertad de movimiento. Someterlas, taparlas, maltratarlas, deshumanizarlas privándolas de su propia autonomía. Perseguir y asesinar a apóstatas y críticos como pretendieron con Salman Rushdie. Lapidar a los infieles. Todo validado y amparado por su particular forma de gobierno, los Califatos. Estados teocráticos que no conocen más ley que los execrables preceptos coránicos.
En España ya hay partidos islamistas (PRUNE y Hizb Ut Tahrir/Partido de Liberación Islámica) y más valdría que desde posiciones autodenominadas de izquierdas se les dejara de reír las gracias, sino quieren escuchar en el Congreso unas cuantas salvajadas.
Basta ya de aceptar en nombre del multiculturalismo y la tolerancia que existe algo llamado “feminismo islámico», un artificio teórico que solo sirve para dar entrada y legitimar en nuestras sociedades las barbaridades a las que se somete a las mujeres en contextos islámicos.
«Basta ya, por miedo a ser falazmente acusados de racistas, de callar ante lo intolerable»
Basta ya de celebrar en España el día de hijab, como ha hecho en reitaradas ocasiones el partido ERC, ese trapo que no es ropa sino la representación de una imposición de una moral religiosa que subordina a las mujeres.
Basta ya de introducir en las escuelas, en nombre de una instrumental diversidad cultural, la asignatura optativa de religión islámica.
Basta ya, por enfermedad infantil de la progresía, de llamarle “islamofobia” a la más que legítima y normal crítica a una religión que somete a mujeres y persigue a los disidentes.
Basta ya, por miedo a ser falazmente acusados de racistas, de callar ante lo intolerable.
A la derecha institucional y mediática les recuerdo que son muchos los hombres y mujeres de contextos islámicos que padecen lo indecible por vivir en regímenes islamitas, no vayamos a identificar etnias y nacionalidades con lo que hacen sus integrantes fundamentalistas. Escuchen a los críticos y apóstatas. Recuerden a las juezas afganas que hoy acogemos en España.
A las izquierdas les recuerdo que en nuestro ideario está la defensa de un Estado laico y que su pusilanimidad e irresponsable complacencia nos acabará generando un grave problema en nuestras sociedades.
Es verdaderamente preocupante la amenaza islamista que enfrentamos. Como también lo es el retroceso que vivimos en lo que atañe a libertad de expresión y generación de pensamiento crítico, que se pretende impedir ejercer so pena de acusación de delito de odio o de tener todas las fobias.
Dudo de que hoy fuera posible la publicación de Los Versos Satánicos. Porque no olviden que “en el momento que declaras un conjunto de ideas inmune a la crítica, sátira, burla o desprecio, la libertad de pensamiento se vuelve imposible”. Esto dijo Salman Rusdhie. Tenía razón. Y, por eso, han tratado de asesinarlo.
*** Paula Fraga es abogada especializada en Derecho penal y de familia.