Teodoro León Gross-ABC
- Sánchez ha constatado que basta una zanahoria tramposa para conducir a su antojo a su clientela
Pedro Sánchez, a sabiendas de estar en una posición bastante delicada en el tablero, ha vuelto a demostrar una audaz falta de escrúpulos para redirigir el debate de la financiación. Esta vez se veía ante un comité federal en un clima de perplejidad desmoralizada en la mayoría de territorios después de su pacto con Esquerra para asegurarse la investidura de la Generalitat al precio de romper el régimen común, dar a Cataluña un concierto ajeno al espíritu constitucional en el enésimo mercadeo con el Estado y, en definitiva, conceder privilegios arbitrarios a una comunidad rica en detrimento de las más desfavorecidas… Y ¡alehop! Ante su partido, expuso que no se trata de un debate territorial sino de un choque de modelos, donde ellos son la última barricada de los derechos amenazados por la derecha. Así, tal cual, sintetizó su pacto. Y en una pirueta colosal, consagró su modelo negándose a desvelarle a los suyos en qué consiste éste.
Sánchez, como era previsible, ha vuelto a recurrir a la estrategia habitual del relato y la polarización. Al cabo, sólo necesita una buena historia y apropiarse del lado bueno de la historia contra un enemigo. Es lo que ha sucedido. La derecha es el eje del mal que destruye el estado del bienestar, y el PSOE sólo aspira a defender éste. No ha aportado un solo argumento que dé credibilidad a ese planteamiento ni explique lo pactado en Cataluña, salvo una referencia a un fondo de 400 millones mientras se pierden 13.000.000.000. Pero el prestidigitador ha vuelto a engañar a los suyos, que salieron entregados al nuevo mantra. Tal como anota Luis María en su reciente ensayo ‘La fuerza del relato. Cómo se construye el discurso ideológico…’, «el objetivo de la ficción política consiste en modificar la percepción de los hechos con una suerte de hipnosis narrativa». Después, añade, sólo hay que repetir esa ficción hipnótica según la lógica formulada por Goebbels.
Se comprende la frustración de quienes vuelven a ver el éxito sanchista en la construcción de una mentira. Y más cuando algo así, a estas alturas, no debería engañar a nadie. El propio María, en ese ensayo, insiste: «En la época de la sociedad netflixizada, cada vez cobra mayor importancia que los ciudadanos sean conscientes de las narrativas de política mágica o política ficción». Pero Sánchez ha constatado que basta una zanahoria tramposa para conducir a su antojo a su clientela, sacando sin más a pasear el fantasma de la derecha ultra, que sólo aspira a hacer regalos fiscales a los ricos, frente a ellos que representan la línea Maginot de la democracia. Es difícil un esquemita populista más chuscamente obvio, pero ha colado sin dificultad, ante esa clientela de ‘idiotés’ desentendidos de la realidad bajo la seducción de una retórica balsámica. Sin saber nada del nuevo modelo, han aceptado que esto es una guerra de modelos donde ellos ocupan el lado correcto de la historia.