EL MUNDO 18/03/13
SANTIAGO GONZÁLEZ
El presidente Mas se siente rodeado. La crisis, el déficit, la imposibilidad de financiarse en los mercados y de pagar el gasto farmacéutico, la dificultad de atender el gasto corriente y el pago de las nóminas de sus funcionarios y, sobre todo, su portentoso, extraordinario nivel de incompetencia, no le dan cuartel desde que planteó su desafío independentista y tomó la calle por el ámbito de soberanía y el número de manifestantes de la Diada por fuente de legitimidad.
Artur Mas reunió al Govern en el palacio de Pedralbes durante la mañana del sábado con el fin principal de tomar y hacer conciencia de la magnitud de la crisis y, muy principalmente, según cuenta el cronista Barbeta, comenzar «una ofensiva para abrir todos los frentes de diálogo con el Gobierno de Rajoy», con un lenguaje más propio de la batalla que de la conversación.
Mas visitó a Rajoy en su despacho de La Moncloa el 20 de septiembre para plantear a su anfitrión un ultimátum, creyendo que la negativa presidencial iba a proporcionarle: primero, un pretexto para convocar elecciones, y segundo, una mayoría absoluta que le permitiera traducir manifestantes en representación soberanista en el Parlament.
Y ahora resulta que todo era un pourparler, que no hay para tanto, a ver si Madrit va a ponerse borde en vez de aceptar la mano tendida y la invitación al diálogo de ese home d’Estat (català) que se llama Artur Mas. Yo te echo un órdago y cuando es evidente que no tengo cartas para sostenerlo te pido que me dejes llevarme un par de tantos para aplazarlo, ya volveremos a hablar en 2018, cuando la crisis no escueza tanto. Esto es muy propio del nacionalismo: tensar la cuerda hasta el punto mismo de la ruptura y no aceptar nunca que se ha perdido la partida.
En circunstancias más dramáticas le pasaba lo mismo al vasco. No se había secado la tinta del último parte de guerra, cuando la dirección del PNV se reunió cerca de París para ver qué posibilidades tendría de entenderse con Franco, después de declarar rotas todas sus relaciones con el Frente Popular y sacar ventaja. Era el 2 de abril de 1939, el régimen se aprestaba a la venganza y los nacionalistas vascos van a preguntarle qué nos vas a dar, ahora que nos has vencido. La respuesta no verbalizada de la dictadura fue por la vía de los hechos: «Por retambufa, tontines, por ahí os voy a dar».
No es de recibo que tanta y tan -soberana, iba a escribir- estupidez pueda pasar como si nada y que una vez consumado el fracaso pretenda olvidar una ofensiva que ha cuarteado la convivencia entre Cataluña y el resto de España, y entre los propios catalanes, con la promesa de volver a plantearlo más tarde. «Y mientras, venga a pedir dinero y más dinero», le dijo Negrín a Azaña de los antecesores de Mas el 29 de julio de 1937.