No es una partida de mus

Tonia Etxarri, EL CORREO, 9/8/12

Doce años después de que ETA asesinara al empresario guipuzcoano Joxe Mari Korta, la presencia, por primera vez, del diputado general de Bildu en el acto de homenaje acaparó la atención de todos los focos. Fue el protagonista sin necesidad de mediar palabra. Por la novedad. Por lo extraño que resultaba ver a un dirigente tan significado de la izquierda abertzale posar para la foto sin explicar el motivo de su participación. Y por la humillación que muchas víctimas del terrorismo volvieron a sentir ayer al ver que los portavoces del mundo de Batasuna siguen engalanados con el oropel institucional sin haber renunciado, aún, a la historia macabra de ETA.

Protegido por la excusa de mantener una actitud de «respeto a la familia», Martin Garitano eludió hacer declaraciones. Si hubiera dicho que reconocía los horrores cometidos por ETA, por ejemplo, podría haber aprovechado la ocasión para demostrar, entonces sí, su respeto a la familia Korta. Pero como su discurso, hasta ahora, discurre por los derroteros del relato de los dos bandos, no quiso hablar. Normal. Habría tenido que dar muchas explicaciones. ¿Por qué ayer se presentó en el homenaje y, sin embargo, el año pasado, que ya era diputado general, eludió hacerlo? ¿Con su presencia estaba condenando el atentado de ETA que acabó con la vida del presidente de la patronal Adegi hace 12 años? ¿Condenaría unos y otros no?

Ha pasado ya demasiado tiempo y, como dice el portavoz de la familia Korta, existe un clamor para que se acabe de una vez la pesadilla. Cierto. Por eso ya no valen los ‘pases de señas’. Porque no estamos ante una partida de mus. Mientras no existan mensajes claros de reconocimiento del daño causado y de rechazo de tantos años de terrorismo por parte de quienes lo aplaudieron durante tanto tiempo y proclamaron que había que «socializar el sufrimiento», la gente seguirá pensando que ETA y el mundo de Batasuna están escenificando una reconversión forzada para poder utilizar las instituciones. Sin más.

Ayer, Martin Garitano posó para la foto en un acto de gran calado humano y no menor significado político. En vísperas de unas elecciones al próximo Parlamento vasco como estamos, su electorado puede interpretar su gesto como un intento de presentarse ante la sociedad con el perfil de ‘hombre de paz’ similar al que exhibió durante un tiempo el propio Arnaldo Otegi, cuando le protegía el clima de la negociación con el anterior Gobierno.

Pero sin que exista un rechazo de la historia criminal de ETA, la sociedad necesita más que un guiño. Más que una presencia muda en un determinado acto de homenaje a una víctima del terrorismo, como Joxe Mari Korta. Necesita hechos. Su estudiado silencio contrastaba con las palabras de Joseba Egibar, horas antes del homenaje, cuestionando la credibilidad de un portavoz de Bildu como él que todavía debe muchas explicaciones a la ciudadanía.

Y con el duro mensaje del delegado del Gobierno, Carlos Urquijo, que le acusó de ser «uno de los muchos responsables políticos del asesinato» del ciudadano al que ayer su familia le estaba homenajeando. Para poder exigir justicia parece de capital importancia conservar la memoria.


Tonia Etxarri, EL CORREO, 9/8/12