Tonia Etxarri-El Correo
El novedoso plan de acción y regeneración democrática de Pedro Sánchez para poner bajo control a los «pseudomedios de la ultraderecha» resultó ser un enunciado en el Congreso sin mayor concreción que la dotación de cien millones de euros para la digitalización, cuando los medios de comunicación llevan ya algunos trienios digitalizados. ¿Es un regalo para cambiar de iPhone? Ironías aparte, a buena parte del hemiciclo les sonó a excusa para desviar el foco sobre los casos de presunta corrupción que están afectando a su mujer y a su hermano. Y un aviso a navegantes: conviene que no hablemos de Begoña. Le resultaba más cómodo al presidente referirse a noticias ‘fake’ y bulos que promueven, en su opinión, la derecha que «compra tabloides y líneas editoriales» que tener que dar cuenta de los presuntos delitos que la justicia está investigando en su entorno familiar.
Pero, con su plan genérico de control a la Prensa, no convenció en el Congreso. Ni a la oposición ( Feijóo le llegó a recriminar que «la toma usted con los medios de comunicación»). Tampoco a sus socios. ERC forzó su descontento. A la portavoz de Bildu, que en tiempos de Herri Batasuna vivía en ambientes en donde se señalaba a periodistas críticos con ETA desde la prensa afín, le parecía un plan insuficiente. El PNV, crítico con el capítulo de Begoña Gómez, intentaba echar un capote a Sánchez despojando de credibilidad a los acusadores de su esposa. Que son los mismos que, por cierto, sentaron en el banquillo a la propia Infanta Cristina, esposa de Urdangarín e hija del entonces Rey.
La transparencia que Pedro Sánchez reclama para los demás, brilló por su ausencia cuando la oposición preguntaba por Begoña.
Centrado en querer obligar por ley a informar de la propiedad de los medios privados de comunicación y de cómo se financian. Esgrimiendo el reglamento europeo como referencia pero interpretando esa norma en dirección contraria a la que se indica en Estrasburgo. Porque, en la Unión Europea se contempla proteger a los medios de las injerencias políticas en las decisiones editoriales y a sus fuentes y garantizar la libertad y el pluralismo de los medios. Es decir: más libertad y menos censura.
Pedro Sánchez quiere reforzar los derechos a la rectificación de la ciudadanía. Pero ese es un derecho que ya existe por ley desde 1984. Milongas, decía un Feijóo descreído que no le hizo la mínima concesión a un presidente que ha llegado hasta aquí, queriendo controlar a los medios críticos porque un juez decidió investigar las actividades profesionales de su esposa. Resulta difícil poner puertas al campo de la libertad de expresión. En democracia, se entiende. Pero los medios que se van a mover bajo la espada de una nueva ley que podría perjudicar sus fuentes de financiación, se sentirán intimidados. De los medios públicos no dijo nada. Porque ya los controla. Citó a Kapuscinski para alabar la función del periodismo. Pero el escritor polaco dejó muchas citas escritas. «El periodismo debe luchar contra la corrupción y la impunidad». Esta, por ejemplo.