Eduardo Uriarte-Editores
No voy a citar quien lo dijo en la postrimería de su vida, y tuvo razón, pues aquel mal supuso una cierta posibilidad de futuro. Pero todas las comparaciones son odiosas y las citas mal traídas pueden emborronar cualquier introducción.
El caso es que la gente que estamos hartos del sanchismo nos echamos las manos a la cabeza aterrorizados por la crisis escandalosa que se ha abierto en el PP, porque tras la escena de ruptura entre Ayuso y Casado parece destruida cualquier alternativa moderada al actual inquilino de la Moncloa. No se desesperen, no es para tanto, el PP con Casado al frente no es (era) ninguna alternativa al actual poder por carecer de genio, habilidad y estrategia para alcanzarlo. Casado sigue la estela de la parálisis política que desgraciadamente inaugurara Aznar para el PP tras el shock que le supuso el 11M, un presidente hasta aquella fecha con iniciativa y dinamismo.
Rajoy, su sucesor, que lo de parado ya le venía de antes, entronizó la parálisis en la praxis del PP. Llegó al poder porque a Zapatero lo echaron las presiones internacionales y porque le restó la suficiente honestidad para dejarlo reconociendo su impotencia. Rajoy llegó a la Moncloa porque ZP se fue, y esperó, paralizado, a que los secesionistas le montaran dos referéndums de autodeterminación que siempre esperó no se lo fueran a montar, y, finalmente, esperó una moción de censura de la que no fue capaz de defenderse fiado en el vizcaíno traidor de toda comedia del Siglo de Oro. Su parálisis le perdió.
Génova es una incubadora de parados con terror a todo aquel que demuestre habilidad e iniciativa. Casado ha sido un pelele ante la dialéctica tramposa de Sánchez, entrándole al capote con toda mansedumbre, sin capacidad de erigir una mínima estrategia ante el peor presidente del Gobierno de la democracia. Cuando Ayuso ha sido capaz de demostrar valía, iniciativa y tesón, ante grandes adversarios de todo tipo, a su derecha e izquierda, incluido el mismísimo Gobierno de la nación, le vencen los celos, teme por su mando orgánico, ordena convocar unas elecciones inesperadas para demostrar que el éxito es el del partido de los parados y no de Ayuso. Luego, la tiene que llamar a la campaña para apuntalar unos resultados que se descalabran, a pesar de que hacía tiempo conocía de una investigación para asustarla y apartarla de cualquier pretensión de acenso orgánico en el partido. El escándalo estalla, pero hay que ver el lado bueno, porque con Casado Sánchez tenía asegurada su permanencia en el Gobierno rodeado de sus amigos del Frankenstein.
No me voy a entretener mirando si el contrato prevaricaba o no, cuando el aparato va a por ti no hay quien te salve (Trotsky era el listo héroe de la revolución de Octubre pero el oscuro Stalin era el aparato). Se suele atribuir al joven Churchill (aunque no parece cierta la anécdota) la lección que le ofreciera su padre cuando le enseñó el Parlamento británico: “la oposición se sienta enfrente, los enemigos a tus costados”.
Pues bien, así como el socialismo español necesitaba una crisis que desgraciadamente se resolvió con un viraje hacia el izquierdismo, alejándose de la socialdemocracia felipista, el PP está necesitado de la suya, la que arrastra desde el 11M, que le permita presentar un ideario, y no una mera reacción negativa a la cabalgada identitaria y revisionista del sanchismo, con líderes con carisma y capacidad de iniciativa. Las reticencias de Núñez Feijoo desde hace casi una década a saltar a la política nacional denunciaban la situación poco atractiva, de crisis, que padecía el PP como proyecto político para España.
La solución a la crisis y que ésta suponga una reformulación del PP no va a surgir de Génova sino de su periferia, de los territorios donde sus líderes se baten el cobre, han alcanzado prestigio no sólo con frases más o menos ocurrentes (pues a demagogia el izquierdismo actual es invencible) sino con hechos en la gestión capaces de solucionar problemas a la ciudadanía, es decir, con iniciativa. Pero si ese capital se abandona, por el mero egoísmo corto de miras de encastillarse cada barón en su feudo territorial, automáticamente la alternativa al izquierdismo se depositará en Vox. Forzar un congreso extraordinario y rápido. Porque Sánchez no va a perder el tiempo.