Juan Carlos Viloria-El Correo
- Difícil respuesta para el PNV a la agonía de un Sánchez con todos los frentes abiertos
El Partido Nacionalista Vasco se aferra a Pedro Sánchez como si no hubiera un mañana. En el pleno del Congreso donde se plasmó la quiebra del grupo de la investidura, la portavoz del PNV ni preguntó al presidente por los casos de corrupción. Se limitó a anunciar una legislatura agónica para los próximos meses, sin Presupuestos, sin mayoría para legislar y con la Justicia pisando los talones al PSOE con titulares sobre la corrupción cada mañana en los medios. La pregunta retórica que le hizo Maribel Vaquero a un Pedro Sánchez enrocado en La Moncloa se la podía haber realizado a sus propios compañeros de partido: ¿A dónde vamos?
Ya se sabe que Sánchez va a resistir como sea, pero la respuesta no es fácil para un partido que tras el derrocamiento de Urkullu y Ortuzar tiene todos los frentes abiertos y una cierta sensación de callejón sin salida, pero sin un ‘plan b’. En lugar de marcar distancias con el sanchismo, en agonía como ellos mismos reconocen, se aferran a la esperanza de que continúen goteando las transferencias. A cambio, van a seguir asumiendo para el futuro una cierta complicidad con el sanchismo y todo lo que eso significa.
La operación del palacete de París ha podido satisfacer al núcleo esencialista y nostálgico del partido pero, políticamente, no ha sido rentable. El coste para La Moncloa ha sido tan gravoso a efectos de opinión pública que, a partir de ahora, podrá utilizarlo como excusa (‘ya tenéis el palacete, qué más queréis) para frenar más transferencias. En lugar de cerrar de una vez esa etapa de ‘ir a Madrid a ver qué sacamos’, sin importar si el gobierno es conservador o populista de izquierdas, para centrarse en la gestión vasca, el PNV del desconcertante Aitor Esteban sigue aferrado a la vieja política.
Pero, entretanto, en casa su socio de Gobierno de coalición le hace guiños a Bildu y agita el fantasma de un tripartito de izquierdas con Sumar, que les dejaría fuera del poder. El desgaste de la marca por una gestión desafortunada en sanidad, seguridad y economía le está pasando factura y, de momento, ni Pradales, ni Esteban parecen haber dado con la tecla para recuperar el espacio perdido a manos de Bildu.
Si cae Sánchez y el PSE se acerca más a Bildu o se produce el ‘sorpasso’ de los de Otegi en las municipales y forales de 2027, el PNV carece de un ‘plan b’. Presionados por la izquierda abertzale en el terreno identitario, por los socialistas en el económico y social, están acomplejados frente a los problemas de seguridad e inmigración. Han implantado una política fiscal socializante que tiene al empresariado con el freno de mano echado y no parecen capaces de encontrar una fórmula de consenso para renovar el Estatuto. Futuro color de hormiga.