Alejo Vidal-Quadras-Vozpópuli
Una de las claves para ganar una batalla es la acertada elección del lugar donde ésta se ha de librar
Iván Espinosa de los Monteros acaba de publicar un libro, España tiene solución, que ha causado un gran impacto -de hecho, lleva ya dos ediciones agotadas en pre-venta y la editorial prepara una tercera- cuyo éxito revela el hartazgo de una gran parte de la ciudadanía respecto a la política de confrontación agria y barriobajera que desde su llegada a la Moncloa impulsa Pedro Sánchez. En efecto, como le resulta imposible conseguir el apoyo mayoritario de la opinión pública por adhesión a sus políticas, recurre permanentemente a la movilización de sus votantes excitando su odio hacia un enemigo inventado que denigra como “derecha y ultraderecha”. Este clima de división de España en dos mitades irreconciliables es en el que el inquilino de La Moncloa se siente cómodo porque se corresponde perfectamente con su perfil psicológico de narcisista patológico carente de sentimientos y de escrúpulos que no concibe otra relación con el discrepante que la aniquilación implacable, sin conceder ningún espacio al diálogo, a la negociación o a la tolerancia de los que piensan distinto.
Dentro de semejante contexto áspero y agobiante, el ensayo de Iván Espinosa propone un enfoque diferente y refrescante, el de reemplazar el choque violento y maniqueo de dos bandos rabiosamente hostiles entre sí por la toma de conciencia de las enormes potencialidades de nuestra Nación que, gobernada por políticos competentes, inteligentes, honrados y patriotas, alcanzaría metas extraordinarias que la situarían entre los países punteros del mundo. El autor de este libro escrito en clave positiva introduce así un cambio de campo de juego. En vez de ensuciarnos cotidianamente revolcándonos en el barro de Koldo, Ábalos, Aldama, Begoña, García Ortiz, el hermanísimo y demás corruptelas de un Gobierno ineficaz, sectario e internamente escindido, pongamos nuestra atención y nuestra esperanza en aquellas reformas estructurales que, en los ámbitos de la educación, la fiscalidad, la sanidad, las infraestructuras, la digitalización, la energía, la defensa, la seguridad, la inmigración, la industria y tantos otros, nos conducirían como sociedad a vivir en un entorno favorable al crecimiento, la estabilidad, el bienestar y el prestigio y la capacidad de influir en el plano internacional.
El absoluto predominio en el debate parlamentario y en los medios de asuntos rastreros, innobles y escabrosos configura un escenario en el que Pedro Sánchez se mueve con soltura dado que el argumento “y tú más” y la contraposición de mensajes telefónicos comprometedores actuales con fotografías obsoletas de hace treinta años suscita en los ciudadanos la descorazonadora conclusión “todos son iguales”
Es bien conocido, sin necesidad de leer a Clausewitz o a Sun Tzu, que una de las claves para ganar una batalla es la acertada elección del lugar donde ésta se ha de librar y que el despliegue de nuestros efectivos en un terreno que por su ubicación, conformación y textura resulta desfavorable para nuestros movimientos y proporciona ventaja al adversario constituye un error que puede ser fatal. Las fuerzas liberal-conservadoras que se oponen en España a una izquierda revisionista, sectaria, guerracivilista y rencorosa y a unos separatismos desleales, totalitarios, voraces y fanáticos, han de tener muy presente este aspecto en su combate político, electoral, cultural y de comunicación porque si se desenvuelven en el entorno elegido por sus oponentes, su fracaso queda garantizado. El absoluto predominio en el debate parlamentario y en los medios de asuntos rastreros, innobles y escabrosos configura un escenario en el que Pedro Sánchez se mueve con soltura dado que el argumento “y tú más” y la contraposición de mensajes telefónicos comprometedores actuales con fotografías obsoletas de hace treinta años suscita en los ciudadanos la descorazonadora conclusión “todos son iguales” y provoca su desafección hacia la política, su resignación paralizante y su pasividad fruto de la decepción.
Desde esta perspectiva, el regreso de Iván Espinosa de los Monteros al primer plano de la escena pública con un libro que aborda los problemas de España huyendo de las trifulcas tabernarias en las que se envilecen nuestros representantes y gobernantes y colocando el acento en lo mucho que podemos hacer si trabajamos unidos en pos de objetivos estimulantes y beneficiosos para todos, representa un giro en la temática de la conversación colectiva que ha de ser bienvenido.
La perspectiva que ha abierto el ex portavoz de Vox en el Congreso ofrece una reflexión que los partidos de centro-derecha y de derecha han de hacer seriamente y modificar su estrategia para dedicar a la corrupción del Gobierno un veinte por ciento a lo sumo de su labor de oposición
El Partido Popular ha de tomar buena nota de este planteamiento suscitado por el libro de Espinosa y en su Congreso Nacional Extraordinario anunciado para el próximo mes de julio tiene la oportunidad de definir en su ponencia política un proyecto ambicioso de reconstrucción de una Nación que ha sufrido un grave deterioro desde la Transición hasta hoy, sobre todo en los dos períodos nefastos, 2004-2011 y 2018 hasta el momento presente. Una tarea de esta envergadura, si quiere ser creíble, ha de incluir necesariamente una dosis suficiente de autocrítica porque en el largo camino de declive que nos ha traído hasta la pesadilla en la que nos encontramos, no hay casi nadie inocente y no será posible enmendar los errores cometidos sin reconocerlos y diagnosticarlos certeramente. Por otra parte, la perspectiva que ha abierto el ex portavoz de Vox en el Congreso ofrece una reflexión que los partidos de centro-derecha y de derecha han de hacer seriamente y modificar su estrategia para dedicar a la corrupción del Gobierno un veinte por ciento a lo sumo de su labor de oposición y centrar el ochenta por ciento restante en explicar cuál es su idea de la España a poner en marcha a corto y medio plazo para devolver a sus ciudadanos la confianza en sus instituciones y mostrarles la senda de esfuerzo, integridad, unidad, realismo y fortaleza moral que nos conduzca al auténtico progreso.