Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

Quién manda hoy en España en esto de los impuestos? Pues depende. Si se fija en lo que pasó el miércoles verá que Junts, con la colaboración entusiasta del PNV, ha torcido el brazo del Gobierno y le ha obligado a retirar, parcialmente al menos, su medida estrella y ha tenido que olvidarse del gravamen que sufrían las empresas energéticas, que fue presentado en su día como temporal y que ahora aspiraba a la permanencia. Las energéticas han sido más eficaces con su amenaza sobre la huida de las inversiones que la banca con su oferta de aumentar a cambio las provisiones. Ni siquiera le ha sido suficiente al sector bancario para salvarse del impuesto la intervención favorable del nuevo gobernador del Banco de España y antiguo ministro, José Luis Escrivá, a quien el cambio de sillón le ha modificado la opinión.

Aquí dos matices. El impuesto a la banca no será permanente y se modifica sustancialmente, volcando una buena ración de agua de la realidad sobre el vino de la ideología. Además, el PNV consigue convertir el impuesto en ‘concertable’, lo que le permite maniobrar por su cuenta. Esa actitud no le granjeará nuevos amigos, pero eso no le importa porque las críticas solo le llegarán desde más allá del Ebro.

Pero la ministra de Hacienda no ha descansado. A cambio de su cesión y de avivar las dudas sobre quien manda consigue darle una vuelta de tuerca a los impuestos. Para subirlos, claro. ¿Qué esperaba?. Así, se equipara la tributación del diésel con la de la gasolina, se crea un nuevo impuesto a esas cosas tan raras que sustituyen a los cigarrillos y se adorna con avances en la redistribución, al aproximar la tributación de las rentas de capital con las del trabajo en determinados niveles. Si les llamamos rentas del capital suenan peor que si les llamamos rentas del ahorro. Tendemos a olvidar que las rentas del ahorro no tienen nada que ver con los ‘beneficios caídos del cielo’, pues no son más que las rentas procedentes de la renuncia previa al consumo del pasado, de unas rentas que ya tributaron, para financiar el futuro.

Todo esto me parece una muestra más del desgobierno que nos gobierna (?). Avanzamos, y no solo en materia fiscal, a trompicones, vamos dando tumbos de un lado al otro de la acera como borracho en noche de juerga. ¿Se puede seguir así? Ya vemos que sí. Pero no dude de que todo esto tiene un coste que hoy no vemos, pero que ya veremos…