- Menudo 11 de septiembre nos espera. Aragonés, por un lado, Borrás por el otro. Esto es peor que un culebrón
Dicen que los amores más reñidos son los más queridos. Si el refrán acierta, no cabe duda que Pere Aragonés y Laura Borrás están destinados a vivir una pasión turca que ríanse ustedes de Emmanuelle. Borrás sostiene que ella sigue siendo la presidenta del parlamento catalán contra viento y marea y que a ver quién la apea de la silla. Los de Esquerra les han dicho que nombren ellos a un sustituto o sustituta o sustitute, porque así figura en el pacto de gobierno – es un decir – que mantienen los neoconvergentes y los de Junqueras.
Pero, ¡ah, amigo!, Puigdemont ha dado órdenes severas para que no se acepte la destitución de la lady in Yellow, instando a los suyos a que aprieten. Los tiene como el Taj Majal. Además, a él ¿qué más le da, si vive como un señor con todos los gastos pagados? Parafraseando al clásico debe pensar “Que se independicen ellos”.
Así que ya lo ven, esta Diada, que en los últimos tristes y plomizos años, ha sido de manifestaciones donde parecía que el mundo se acababa, en las que el star system del proceso salía a lucir palmito y a que los vieran, no fuera caso que se les acabase la mamandurria, y en el que los catalanes no separatistas nos sentíamos más tristes y solos que nunca, será de otro tipo. Aragonés dice que irá solo al acto de Ómnium – ya veremos – porque sabe que los del de Waterloo le van a montar una silba que ríanse ustedes de las que le propinan a Sánchez. Y se está palpando el cuerpo porque este mocito sí tiene mucho que perder.
Sabe que los del de Waterloo le van a montar una silba que ríanse ustedes de las que le propinan a Sánchez
Así han acabado, de las manifestaciones multitudinarias, apabullantes y voluntariamente excluyentes a la pelea de bar de quinta regional de cuatro tipos pasados de copas que se disputan la última botella de whisky barato que queda en el mostrador.
Hace mucho tiempo, demasiado, que la Diada dejó de ser la fiesta de todos los catalanes, pasando a ser la fiesta del separatismo feroz y rabioso. Este año asistimos a un estado nuevo, a otra cosa: los mismos separatistas están más separados que nunca. La profecía es, no por vieja, menos verídica: antes se romperá Cataluña que España, y así ha sido. Cataluña está a día de hoy fragmentada en múltiples trocitos a los que nadie parece tener intención de juntar.
Hace mucho tiempo, demasiado, que la Diada dejó de ser la fiesta de todos los catalanes, pasando a ser la fiesta del separatismo feroz y rabioso
La culpa es de estos vocingleros vendehumos, la de quienes, a sabiendas que lo que proponían era una barbaridad, siguieron en una huida hacia adelante que ha terminado en este patético escenario: ellos peleados, nosotros en nuestras casas hartos y Rahola fichada por El Periódico, disculpándose por escribir en un medio “no independentista”. Lo de siempre. Era por la pela, nada más. Y nada menos.