JUAN CARLOS GIRAUTA, ABC 08/09/13
· Ahora mismo, la principal preocupación de los medios catalanes es hilvanar una exégesis de Mas que le ponga a salvo de sus contradicciones. Hilvanar a Mas, en realidad. Tarea difícil cuando, en días consecutivos, el president dice: que si el Gobierno impide la consulta secesionista, convocará elecciones en 2016 que cumplirán ese papel; que la consulta se celebrará «sí o sí» porque él «no retrocede ni un milímetro». Lo primero lo dijo en la radio; lo segundo, delante de Oriol Junqueras. Es la proximidad de las declaraciones lo que mata a los exégetas.
¿Alguien cree que el Gobierno Rajoy va a convocar un referéndum a la escocesa? Que levante el dedo. ¿Alguien espera que el Gobierno Rajoy no recurra al TC una consulta de la Generalitat sobre la secesión? Bien. Entonces ya sabemos lo que pasará, aunque los lectores de El Rompeolas ya lo sabían, ¿verdad? Que habrá unas elecciones autonómicas, y que algunos partidos, más todos los analistas, las leerán en clave plebiscitaria. Estando así las cosas, 2016 no es una fecha que decida Mas: es la fecha límite. Sólo a esta constricción legal cabe aplicarle el irritante «sí o sí».
Lo que Mas quiere decir, porque a este hombre siempre hay que correr a interpretarlo, es que pretende agotar la legislatura. Punto. Pero eso ya lo veremos. En el primer año de aplicación de su acuerdo con ERC, ni siquiera ha logrado que le aprueben los presupuestos. Además, Junqueras exige consulta, y los repentinos escrúpulos legales de Mas no le predispondrán a ver las cuentas con mejores ojos. ¿Cuántos años cree Mas, pedazo de demócrata, que puede gobernar sin presupuestos? ERC sigue ensanchando su ventaja en los sondeos. Las elecciones catalanas serán anticipadas. Y no olviden subrayar los exégetas del poder que serán plebiscitarias sólo en sentido figurado, sólo porque así se interpretarán, no porque Mas las pueda convocar como tal.
Tras su reunión con Rajoy (cuyo secretismo tendrá que parecer criticable a cuantos condenaron reuniones similares Mas-Zapatero), el presidente de la Generalitat ha dado en simular que no desea salirse de la ley. Simula, exactamente, no haberlo querido nunca. No sé qué le habrá dado Rajoy, en quien Mas ha encontrado la horma de su Zapato, pero bien está. Lo que no puede pretender el nacionalismo es que CiU dice lo que siempre ha dicho. Hasta ahí podríamos llegar con la tontuna.
Hace una semana, la vicepresidenta Joana Ortega comunicaba la próxima dotación de una partida para material electoral (treinta millones de euros), precisamente basada en la previsión de que «el Estado» no iba a facilitarlo. Asumiendo pues que la consulta se iba a realizar, y, sobre todo, que no sería aprobada por el Gobierno Rajoy. Una semana. ¿Ya nadie se acuerda? Mientras, el secretario de Organización de Convergència afirmaba que se elaboraría un censo propio: el Gobierno Rajoy no iba a facilitarlo, y ellos pensaban incluir a mayores de dieciséis años, ciudadanos comunitarios y otros extranjeros con barretina. ¿Nadie se acuerda? El jefe de los Mossos advirtió que la Policía catalana cumpliría con «el país», y no pensaba precisamente en España. Se refería a lo mismo: que habría consulta, y preveía que el Gobierno Rajoy se opusiera.
Por cierto, me cuenta mi gran topo en Palacio que el consejero Germà Gordó está realizando gestiones para que tres países emergentes financien los primeros años de independencia; cuentan con congelar la deuda con España. ¿Qué pone en la camiseta del Barça? No me acuerdo. Si Rajoy ha aplacado a Mas por unos días, lo celebro, pero no le salven el tipo. No lo merece.
JUAN CARLOS GIRAUTA, ABC 08/09/13