Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
El Senado lo rechazó en el primer intento. Ahora el Gobierno se reafirma, insiste y reenvía los mismos números. Todos los analistas opinan que los datos de base utilizados para elaborar los Presupuestos de 2024 son excesivamente optimistas. No hay por qué alarmarse de ello, es una costumbre y sucede casi todos los años. Los gobiernos quieren trasmitir optimismo y para ello realizan previsiones bondadosos de crecimiento. Esta vez lo hacen sobre la base de los datos registrados por el PIB a lo largo del último trimestre del año pasado y que darán impulso a la primera parte del presente ejercicio.
El Colegio de Economistas, el último organismo en pronunciarse, cree que la realidad será algo peor debido a que España está inmersa en una situación complicada. Por un lado, nos conviene cumplir con el crecimiento para obtener unos ingresos fiscales que puedan cumplir con los objetivos de déficit marcados por Bruselas. Por otro, eso solo será posible si el gasto público mantiene su vigor y sigue empujando a la actividad como hasta ahora.
Porque la cuestión relevante no es si crecemos, que lo hacemos bien, sino cómo lo hacemos. Y la respuesta aquí no es tan saludable, pues la inversión languidece, la productividad se hunde y el consumo empuja, pero principalmente en su vertiente pública. Llevamos muchos años -sin duda demasiados- viviendo por encima de nuestras posibilidades al gastar más de lo que tenemos. Por eso aumenta la deuda y crece sin que se atisbe una moderación de su crecimiento.
En cuanto al procedimiento de aprobación de los Presupuestos nadie se extrañará de que sea azaroso. En medio de la gran bronca política que nos envuelve, con las elecciones gallegas a la vuelta de la esquina y con el Gobierno tambaleándose a cada paso que da, no hay alternativa viable, máxime cuando la oposición no está dispuesta a conceder nada que pueda aflojar el nudo que aprieta el cuello de Sánchez.
Sin embargo estoy seguro de que el país entero está de acuerdo con Patxi López cuando decía aquello tan bonito del (¿y a usted, qué más le da?). Pues eso, creo que la aprobación de los Presupuestos preocupa a pocos y, desde luego, a nadie que no dependa de su actualización.
Sin duda, la prórroga tendrá sus consecuencias, pero casi todas se desarrollan lejos del entorno del ciudadano normal y del ámbito de sus preocupaciones cotidianas. Pero hoy no debemos equivocarnos. ¡Ojalá acierte el Gobierno y crezcamos lo que prevé! Y ¡ojalá lo hagamos de manera más sana! Será bueno para todos.