Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

El equipo de análisis del Instituto de Estudios Económicos (IEE) de la CEOE ha publicado un estudio con conclusiones realmente preocupantes sobre la reforma de las pensiones acometida por el Gobierno. Seguro que concita a su alrededor las habituales críticas de la izquierda debido a que lo suscribe la patronal. Pero sería bueno vencer la pereza, no conformarse con la firma del documento y estudiar su contenido. Es probable que el análisis enfatice y es posible que exagere los resultados, pero no sería sensato descalificarlo únicamente por quien lo firma, entre otras razones porque lo firma el colectivo que va a pagar el roto que se abre.

El Gobierno ha planteado una reforma que se enmarca perfectamente dentro del grupo de las medidas de ‘contento social’, ya que la inmensa mayoría del coste de la misma recae sobre las espaldas de los empleadores, a quienes, por si fuera poco, se encarga la totalidad de las exigencias de creación de empleo y otra buena parte de la provisión de ingresos, a través del endurecimiento de toda una larga lista de impuestos. Tan solo por eso ya merecería la pena detenerse en su contenido y tomarse la molestia de analizarlo antes de emitir descalificaciones generales.

El IEE afirma que la reforma es insuficiente a pesar de la fuerte subida de las cotizaciones que nos sitúa en cabeza del ranking en Europa, pero que lejos de corregir los desequilibrios los agranda. Para llegar a esa conclusión recuerda que la AIReF cifra la subida, por todos los conceptos, en el 2,7 puntos. Lo cual pone en peligro nada menos que 190.000 puestos de trabajo, 0,6 puntos de PIB, tras agrandar el déficit del sistema hasta los 63.000 millones de euros, con un descenso del consumo del 0,5% y un retroceso de la inversión privada de 0,2%.

Esto no lo dice un cualquiera en pleno ataque de rencor, lo afirman quienes crean los puestos de trabajo, pagan los salarios, realizan las inversiones e ingresan los impuestos. Pero ni sueñe que el Gobierno vaya a tomar nota y corregir el rumbo. Ahora estamos a otras cosas y entre ellas la prioridad es no molestar a nadie. Molesta a los empresarios, claro está, pero esos no cuentan en campaña porque introducen pocos votos en las urnas. Si aciertan, y antes ha cambiado el Gobierno, se le podrá echar la culpa a los nuevos por no haber sabido gestionar una situación idílica que heredaron y si siguen, pues… lo que suceda sucederá tras las elecciones. Ahora estamos a eso, no se me despisten.