Editorial-El Correo

  • Occidente debe mostrar la máxima unidad contra el intento de Trump de traicionar al país invadido en su cumbre con Putin en Alaska

El mundo ha caído, una vez más, en el engaño de Donald Trump. Durante una larga semana, ha recibido más atención la verborrea del presidente de Estados Unidos que la sucesión de hechos que culminaron con su anuncio de la cumbre con Vladímir Putin. El encuentro fijado para el viernes en Alaska encierra un mensaje definitivo de desprecio a la legalidad internacional que lanzan de la mano Washington y Moscú. El mandatario republicano agasaja en su territorio a un autócrata reclamado por crímenes de guerra por el Tribunal de La Haya. Dos países que se negaron a suscribir el Tratado de Roma declaran así su voluntad de poner fin a la guerra en Ucrania mediante la capitulación de Kiev y consagran la modificación de fronteras por la fuerza.

La confusión sembrada después de la reunión en la capital rusa del enviado de Trump, Steve Witkoff, con Putin solo buscaba esconder la decisión estadounidense de imponer una salida en falso al conflicto que desangra desde hace tres años y medio el corazón de Europa. El enésimo ultimátum al líder del Kremlin para que aceptara un alto el fuego ha terminado convertido en una alfombra roja para que Moscú simule ‘conformarse’ con ganancias territoriales que ni siquiera ha logrado por las armas, sin aportar garantía alguna de que renuncia en el futuro a su propósito último: aplastar la soberanía de Ucrania como Estado independiente y candidato a ingresar en la Unión Europea y en la OTAN.

Los ucranianos siguen luchando y muriendo para que el resto de europeos puedan dormir tranquilos. Entre ellos los ministros de Exteriores comunitarios a los que hoy reúne Kaja Kallas. Según la alta representante de Política Exterior, cualquier acuerdo que pueda adoptarse en Alaska ha de incluir el interés de Ucrania y de Europa. La contundencia que ahora debe demostrar el Occidente democrático ya ha alumbrado una primera declaración de apoyo a Ucrania, la suscrita por la Comisión Europea, Reino Unido, Italia, Francia, Polonia y Finlandia, además del respaldo expreso de España y Suecia a la negativa de Volodímir Zelenski no solo a cualquier cesión territorial a Rusia, sino a quedar excluido de la mesa en la que se juega con el futuro de su país. Trump tiene que escuchar que carece de mandato para decidir sobre la existencia de Ucrania sin Ucrania. Una agresión unilateral no puede recibir un premio del que tomarán buena nota todos los dictadores del mundo.