Tengo un amigo que dice que existe un nuevo tipo de columnista que arranca todas sus columnas con un «tengo una amiga que».
Es un columnismo autorreferencial y que no va de lo particular a lo general, como haría un periodista de los que han leído a Bob Woodward, Indro Montanelli o Ben Bradlee, sino del ombligo de la columnista a la zona donde la espalda pierde su nombre para volver luego al ombligo de la columnista pasando durante el camino de vuelta por el útero de la columnista, que es el centro de todas las entretelas que preocupan a la columnista y que, deduce la columnista, deberían importarle al lector de la columnista.
Y lo escribo en femenino porque ellos, los columnistas macho, están muy ocupados imitando a Umbral y no tienen tiempo para amigos, a no ser que se parezcan a Umbral.
Me cuenta mi amigo que esas columnistas, ayatolás de las obviedades, pensadoras de red social, nadeadoras de la nada, expendedoras de cheques sapienciales sin fondos, gurús de vidas ajenas a pesar de su incapacidad para hacerse la cama sin echarse a llorar, se pasean por Madrid como si fueran Oriana Fallaci en guerra contra el islam.
Algún diario hay en España que se nutre casi en exclusiva de estas esteticienes de la vida. Me extraña que sus responsables no se den cuenta de que la amiga es ella.
Pero lo que me sorprende sobre todo es que esas adictas al selfi moral no hayan escrito todavía ninguna columna sobre la noticia del policía que se infiltró en los círculos antisistema catalanes para obtener información entablando «relaciones sexoafectivas» con las militantes. A fin de cuentas fue una mujer, Dolores Delgado, la primera que habló de la «información vaginal» como la de mejor calidad posible (aunque en ese caso la información fluía en sentido inverso).
Y digo que me sorprende porque la noticia da, desde luego, para columna. Sobre todo después de que otras «afectadas» hayan denunciado que lo mismo pasó tras el 15M y que lo acontecido fue «muy duro» para «el grupo de afinidad».
Las relaciones sexuales con policías infiltrados en los movimientos sociales parten de un consentimiento viciado por el engaño y es delito.
Un abrazo a quienes sufrieron esto. En Sevilla nos pasó tras el 15M y fue muy duro para el grupo de afinidad. Gente sin escrúpulos https://t.co/sTnw95waZT
— Pastori Filigrana (@PastoriFiligran) January 31, 2023
Yo, desde luego, no puedo esperar a que las expertas con autoconsultorio sentimental en forma de columna me iluminen sobre los recovecos morales, pero sobre todo jurídicos y biológicos, del asunto.
Me asaltan algunas dudas.
1. ¿Qué era lo que atraía a tan empoderadas mujeres de un macho con un cuerpo heteropatriarcalmente normativo y los abdominales forjados con acero de fundición?
2. ¿Qué les llevaba a preferir a tan arquetípico ejemplar del sexo masculino en detrimento de sus compañeros deconstruidos, tan sensibles y comprometidos ellos con sus necesidades emocionales y la liberación nacional de la patria oprimida?
3. ¿Es delito engañar a tu grupo de afinidad sexoafectivo sobre tu profesión y los objetivos reales que persigues con la coyunda si en esta ha habido consentimiento explícito por parte de la otra parte contratante?
4. ¿En base a qué razonamiento jurídico? Pónganse ejemplos.
[ERC y Bildu exigen que comparezca Marlaska por infiltrar a un policía en el independentismo]
5. ¿Por qué tan empoderadas mujeres no se lamentan de la información que le cantaron al policía y sí del hecho de que este les mintiera en la cama? ¿Acaso les importa más la traición sentimental que la causa política?
6. ¿Existe un derecho fundamental a que los hombres no te mientan durante el cortejo? ¿Es aplicable a las mujeres o ellas te pueden decir, por ejemplo, que son comunistas de pura raza cuando son hijas de un directivo del F.C. Barcelona y cobran sueldos de seis cifras de alguna administración regional catalana?
7. ¿Qué ocurriría si un mando policial le ordenara a una agente infiltrarse en el entorno yihadista manteniendo relaciones sexoafectivas con los terroristas islamistas? ¿Se preocuparían entonces por el engaño sentimental sufrido por el yihadista («él no habría tenido sexo con ella si hubiera sabido que era policía») o por la agente que se ha visto obligada a acostarse con ellos para obtener información?
8. Si el amor romántico es tóxico, además de una invención heteropatriarcal, ¿por qué mujeres tan liberadas le dan tanta importancia al hecho de que los fines últimos del policía no fueran sentimentales? ¿Acaso no es el sexo un fin en sí mismo? ¿Le van a exigir al infiltrado que les devuelva los orgasmos?
9. A la vista de que algunas de las afectadas han declarado que el policía se limitaba a darles la razón cuando ellas le decían cosas como que el socialismo funciona o que Cataluña es una nación milenaria, ¿hasta qué punto estaba engañando el policía a unas mujeres que se engañan a sí mismas a diario con ideas tan grotescas?
10. ¿Por qué tan progresistas mujeres no se preocupan por la salud mental de quien se ha visto obligado a mantener relaciones sexoafectivas por trabajo? A fin de cuentas, el único que ha vivido ahí una relación sexual no deseada ha sido el policía.
11. Si se prohíbe la prostitución, ¿habría que prohibir también la infiltración sexoafectiva de los policías en los círculos violentos de la extrema izquierda? ¿Acaso no es eso una forma de prostitución por parte del agente de policía?
12. ¿Cuántos policías están hoy infiltrados en los círculos de extrema derecha y dónde está la sororidad de las independentistas catalanas con sus homólogas nazis?
13. Sabiendo que los movimientos radicales vascos y catalanes están infiltrados hasta el tuétano por la Policía Nacional, ¿qué van a hacer a partir de ahora las militantes de dichos movimientos? ¿Pasarse a la abstinencia, por si acaso? ¿O hacerse las suecas?
14. ¿Cómo piensa responder Tinder a la competencia desleal de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad Nacional del Estado?
Esa sí que sería una columna interesante y no la de si la columnista quiere o no tener novio.