¿Duele, Iñigo? Solo cuando me río

El domingo y gracias a las elecciones vascas, conseguí entender qué cosa era la memoria democrática. Estaba yo viendo el canal 24 horas de TVE, en la que una pareja mostraba su alegría por la creciente afluencia de público a los colegios electorales, y más señaladamente por una señora que manifestaba su entusiasmo porque las mujeres hubiesen podido votar después de tantos años. A mí la cosa me sorprendió mucho, porque el sexo femenino había conseguido el voto el 1 de octubre de 1931, gracias al empeño de Clara Campoamor, pero en lo que respecta a nuestra heroína es preciso aclarar las fechas. Una mujer de 68 años o más en el País Vasco ha votado en todos los comicios que se  han convocado a lo largo de su vida, a saber: 15 veces al Congreso de los Diputados, 14 veces al Senado, 12 a elecciones municipales, otras 12 a Juntas Generales, 13 veces al Parlamento Vasco y otras nueve al Parlamento Europeo. Además de cinco referendos:   El de la Ley para la Reforma Política, el de la Constitución Española, el de la OTAN, el de la Constitució Europea y el del Estatuto de Autonomía del País Vasco. En total 79 veces convocada a las urnas.

El Mundo recopilaba ayer ‘los 16 apellidos no vascos de Imanol Pradales entre cuyos antecesores hay mucho burgalés, hay que ver. Pero en estos tiempos, Imanol podría percibirse mujer sin mayores problemas, a ver por qué no va a sentirse euskaldun y en vez de Pradales o Praderas autopercibirse Zelaieta, pongamos por caso. Me ha llamado la atención que uno de sus antepasados, Pascasio Bascones, era natural de Coruña del Conde, municipio burgalés en el que tuvo asentamiento la guarnición de Clunia Sulpicia, cuyo comandante militar, Galba, se proclamó emperador tras la muerte de Nerón. Él también duró poco: siete meses y una semana exactamente.

El PNV ha ganado por la mínima, más votos con los mismos escaños, pero para evaluar sus resultados, hay que asomarse a las fotos de ayer, ver el careto desolado del saliente Urkullu y la sorprendente alegría del artífice, Andoni Ortuzar. Él cambió de caballo al comienzo de la carrera y lo hizo con el argumento de que había acumulado resultados negativos en las dos últimas elecciones. No era cierto. Urkullu sacó 27 escaños en 2012, 28 en 2016 y 31 en 2020. Cuatro escaños, los mismos que ha perdido Imanol Pradales en su estreno. En resumidas cuentas: EH Bildu, seis escaños más, PNV cuatro escaños menos. Enhorabuena, Ortuzar.

La ministra de Igualdad de Pedro Sánchez ha criticado al Gobierno de Giorgia Meloni por una enmienda legislativa que va a permitir a las asociaciones provida el acceso a consultorios donde se atiende a mujeres embarazadas, con el argumento de que «permitir el acoso organizado contra las mujeres que quieren interrumpir su embarazo es socavar un derecho reconocido por ley. Es la estrategia de la ultraderecha: amedrentar para revertir derechos, para frenar la igualdad entre mujeres y hombres», ha dicho la ministra Ana Redondo. Fíjate. Y yo que la consideraba una energúmena por aquel griterío que organizó en el Congreso: “¡Vergüenza, vergüenza, vergüenza!” Pero ya era hora de que alguien impulsara la verdadera igualdad de hombres y mujeres en sentido estricto, defendiendo la igualdad de derechos de unas y de otros para interrumpir sus respectivos embarazos”.

Ayer, jueves, en la Asamblea de Madrid, el joven Lobezno criticó a la presidenta de la Comunidad porque en el Plan Vive Madrid prometió construir 25.000 viviendas, de las que solo ha construido un 2%. Desde que es presidente del Gobierno, Pedro Sánchez lleva anunciadas desde que es presidente la construcción o movilización de 400.000 viviendas, con una inversión de miles de millones de euros, además de ayudas al alquiler para jóvenes, víctimas de violencia de género y personas sin hogar: «Ninguna se ha concretado, ninguna está a disposición de los españoles». Es asombroso que Lobato no se corte un poco al preguntar por los planes de vivienda ajena.