Normalización

María Maizkurrena, EL CORREO, 3/7/12

A los vascos nos iría mucho mejor si fuéramos más aficionados a la ironía y menos a la intolerancia

Normalización’ es una palabra peligrosa, porque es una de esas palabras que todos creemos entender incluso cuando no entendemos nada. Los políticos las ponen en circulación y los ciudadanos las adoptamos creyendo, por ejemplo, que normalización viene de ‘normal’ y no de ‘norma’. Y, claro, no es lo mismo que proceda de ‘norma’ o que proceda de ‘norma’ pasando por ‘normal’. En las industrias y en los laboratorios es todo procedimiento. El término ‘normalización lingüística’, que también es un tecnicismo, ya plantea más problemas, pues ha pasado al habla cotidiana y cada uno la entiende como Dios le da a entender. Luego está la normalización política. Tengo la leve sospecha de que quienes más utilizan la expresión consideran que tiene que ver con una determinada normalidad: la suya. Una normalidad que emana de ciertas normas (las suyas también).

El domingo por la noche, en la plaza Moyúa de Bilbao se celebraba el triunfo de ‘La Roja’. En Getxo, en la Avenida de Algorta, un grupo de personas salió a la calle a escarmentar a los que estaban en la calle celebrando el triunfo de ‘La Roja’. Y en Bilbao, en una calle tranquila, había una mujer rubia, de mediana edad, frente a un bar que contenía un televisor de buen tamaño que se veía desde la calle. La mujer rubia de mediana edad iba vestida con chaqueta amarilla sobre pantalón rojo y camiseta roja. Llevaba a modo de chal una bandera roja y gualda. Y, mirando al televisor se puso a gritar «Viva España». Desde otro lugar de la calle un individuo que cenaba tranquilamente le contestó sin inmutarse: «Pero que viva lejos».

En tiempos de Franco no podías andar por ahí vestido de ikurriña. Ahora mismo algunas personas se empeñan en decir que nada ha cambiado desde los tiempos de Franco, pero ya que ellos, o algunos de ellos, han decidido apostar por la política y por la normalización política, todo se va a arreglar. Lo normal es que sólo haya libertad para exhibir ikuriñas, escudos ‘zazpiak bat’ y similares. Lo otro no es libertad, es libertinaje. La exaltada señora rojigualda no habría salido viva del Casco Viejo. Por provocar, claro. Pero ya nos van a enseñar a usar la libertad como es debido. Hace tiempo que nos están aleccionando. El conflicto se va a acabar en cuanto nos normalicen a todos para que no andemos por ahí con los símbolos equivocados. El conflicto sólo puede resolverse acabando con las opciones (y quedándonos con la suya). También podríamos aprender a vivir en el conflicto, en la desavenencia. No tratar de aniquilar lo diferente. Pactar en vez de imponer nuestros objetivos. Esto se podría conseguir si el conflicto tuviera el nivel de violencia que se dio en esa calle de Bilbao. A los vascos nos iría mucho mejor si fuéramos mas aficionados a la ironía y menos a la intolerancia. Si en vez de ser fanáticos fuéramos flemáticos. Si nadie tirara ni bombas ni piedras a las palabras.

María Maizkurrena, EL CORREO, 3/7/12