EL BLOG DE SANTIAGO GONZÁLEZ 26/08/13
Kepa Aulestia ha vuelto de vacaciones con un artículo pertinente sobre la ilusión del par director que rige los destinos del partido-guía y de la parte sustancial de Euskal Herria: mi antiguo amigo, Andoni Ortuzar, presidente del EBB e Iñigo Urkullu, lehendakari.
Tengo un alto grado de acuerdo con la tesis que plantea: ETA no va a dejar sus últimas nueces en el cesto de Urkullu. Era esta una hipótesis que había defendido Florencio Domínguez, el 4 de junio pasado y de la que nos habíamos hecho eco aquí el 7 de agosto. Antes entregarán las armas a la Guardia Civil que al PNV. Pero les hace ilusión alimentar la fantasía y no van a dejar de plantearla hasta que la frágil barca del amor se estrelle contra la vida cotidiana, por decirlo con palabras de Maiakovski.
La última vez que me encontré por la calle con Ortuzar, tuvo la deferencia de apartarse del grupo de burukides con el que estaba para acercarse a saludarme: “¿Qué dice la Brunete mediática?” me preguntó con gesto afable y metáfora copiada de Iñaki Anasagasti. Aquello me hizo pensar dos cosas. La primera, que yo había conocido a Ortuzar como redactor de Deia y después como jefe de prensa de Juan Ramón Guevara, una de las cabezas mejor dotadas y más razonables del nacionalismo vasco en los últimos 30 años. Pero los tiempos cambian, los Guevara han abandonado el nacionalismo o están en la reserva y Andoni Ortuzar se expresa siempre en clave soberanista.
La segunda idea era que resultaba bastante comprensible que un dirigente del partido que se rindió en Santoña, hizo ayer 76 años al ejército italiano, confundiera una pluma con una pistola, (ya lo había hecho Machado en el más lamentable de sus poemas, ‘Oda a la pistola de Líster’), un ordenador con una ametralladora o tomara por división acorazada a un periodista (o varios) en activo.
La rendición de Santoña el 24 de agosto de 1937 fue un hecho histórico muy del gusto nacionalista: en una guerra contra la insurrección militar de Franco, eligen para rendirse a una potencia extranjera, representada por el ejército italiano cuya participación en la guerra fue lamentable. El poeta anarquista Antonio Agraz dedicó unos versos satíricos a Hannibale Bergonzoli, también llamado ‘Barba eléctrica’, comandante en jefe del Ejército italiano tras su desastrosa ‘gesta’ de Guadalajara:
Bergonzoli, sinvergüenza,
general de las derrotas,
si quieres tomar Trijueque
con los bambinos que portas,
no vengas con pelotones.
¡Hay que venir con pelotas!
El resultado histórico de aquello era previsible. Franco no reconoció la rendición de sus enemigos ante un ejército aliado, pero extranjero e ignoró el Pacto de Santoña. Viene todo esto a cuento, porque a la manera de Swift, quiero hacer una razonable proposición al par director del nacionalismo para la rentrée: yo pienso, como Domínguez y Aulestia y tanta otra gente que van a fracasar con ETA, que miren la anécdota de la txupinera, devenida en categoría gracias a su colaboración. Urkullu debería proponer a su alter ego Otegi (y Ortuzar al suyo, Hasier Arraiz) una negociación en el sitio idóneo: Santoña. Sería un Pacto de Santoña II, pero con los papeles cambiados: el Euskadi Buru Batzar haciendo de italianos y los etarras de peneuvistas.
Todo es muy previsible, pensaría con términos propios ‘el Polaco’, un tío de mi pueblo así llamado por su manera, casi ininteligible, de hablar castellano. Un día, en la entrada norte de Covarrubias, la mula se le arrancó cuesta abajo, empujada por el peso del carro. El Polaco corría detrás, mientras gritaba: “¡que te vas a estrompaciar!” Cuando la mula, efectivamente, se ‘estrompació’ contra el edificio del archivo, su dueño se acercó con aire recriminador: “Te lo estaban dijendo, te lo estaban dijendo, y tú, entavia…”.