TONIA ETXARRI-EL CORREO

Se había generado una expectativa exagerada en torno al mensaje que Pedro Sánchez iba a lanzar ayer sobre la condena de dos expresidentes socialistas de la Junta de Andalucía por prevaricación y malversación en los ERE fraudulentos. El mayor desvío de dinero público, 680 millones de euros, que no llegaron a su destino y acabaron en los bolsillos de cargos socialistas y amigos del dinero ajeno. Vividores y tramposos que se beneficiaron de un sistema organizado, una trama de corrupción. Pero Pedro Sánchez, que tanto se ha beneficiado de sus campañas contra las corruptelas del PP, ayer no se salió del guion que llevaban leyendo sus ministros veinticuatro horas antes. Que Chaves y Griñán no se habían lucrado personalmente. No llegó al extremo de repetir la frase de Zapatero durante la campaña en Andalucía -«orgullo de Chaves, orgullo de Griñán»- pero insistió en su honradez.

El caso es que el fallo del Tribunal Supremo no habla de enriquecimiento personal de los dos expresidentes de la Junta de Andalucía -hay otros diecisiete condenados- sino de que fueron «conscientes de la palmaria ilegalidad de los ERE». Se les condena por consentir el mayor sistema de corrupción institucionalizada. Ratifica que el Gobierno socialista andaluz creó un sistema «fraudulento» a través del que se repartieron 680 millones públicos sin medida ni control. Un procedimiento orientado a eludir controles y poder repartir la millonada de euros entre amigos, comisionistas, falsos jubilados y colectivos conflictivos que podrían alterar la paz social.

La responsabilidad, en el caso de Griñán, fue mayor por su condición de consejero de Economía y Hacienda que debió atender los avisos continuados del interventor sobre el uso inadecuado de las transferencias de financiación. ¿Condescendencia u omisión? ¿Consentimiento o silencio? Un varapalo a la gestión socialista en Andalucía durante aquella década. Un revés para la imagen de un partido que ahora se va diluyendo en el sanchismo y que empieza a sufrir el castigo electoral en las últimas convocatorias. Tuvieron tanto cuajo en la campaña andaluza que arremetieron contra la corrupción del PP ¡en la tierra del fraude de los ERE! Memorable la intervención de Adriana Lastra mentando la soga en casa del ahorcado. Y los votantes andaluces acabaron dándoles la espalda.

La condena del Tribunal Supremo le ha roto el discurso a Pedro Sánchez. Dice Feijóo, desde el PP, que no piensa aprovecharse de la situación como hizo Sánchez cuando utilizó una sentencia mucho menos grave para presentar su moción de censura contra Rajoy. Pero Sánchez no puede presumir de lo que carece. La corrupción también anidó en su casa. Nadie espera que dimita, aunque él estaría exigiéndolo si el caso de los ERE hubiera sido del PP. Lo que no es de recibo es que los condenados por corrupción del PSOE (Chaves, Griñán) sean considerados honrados y los absueltos del PP (Camps) unos delincuentes.