LUCÍA MÉNDEZ-RL MUNDO
Las conversaciones del PSOE y de Unidas Podemos de estas dos semanas de septiembre han desembocado en un callejón sin salida. EL MUNDO reconstruye los argumentos de unos y otros que pusieron sobre la mesa la posibilidad de un acuerdo
5 de septiembre. Congreso de los Diputados. Empieza la reunión de los equipos del PSOE y Unidas Podemos para intentar un acuerdo de investidura. La vicepresidenta Carmen Calvo abre el encuentro con una larga intervención sobre las distintas culturas políticas del PSOE y Unidas Podemos. Recuerda a Julio Anguita, el líder el PCE, que a través de una «pinza» con la «derecha» arrinconó a los socialistas. «Como partido, tenemos experiencias muy duras con lo que vosotros representáis».
10 de septiembre. Acaba en otro fracaso la reunión de las comisiones negociadoras. Los representantes de Unidas Podemos preguntan a los socialistas cuándo se volverán a ver. La vicepresidenta le dice a Pablo Echenique: «Pablo, hasta que no me llames y me comuniques oficialmente que renunciáis al gobierno de coalición, no nos volveremos a sentar».
Entre una y otra fecha, hay nueve horas de encuentros que en realidad son desencuentros. A un lado de la mesa, la vicepresidenta Carmen Calvo, la portavoz Adriana Lastra y la ministra María Jesús Montero. Al otro, Pablo Echenique, Ione Belarra, Yolanda Díaz, Juancho López de Uralde, Enrique Santiago y Jaume Asens, representantes de Unidas Podemos y sus confluencias.
Sentados a la misma mesa, los 140 años de historia del PSOE y los cinco de Unidas Podemos. Nueve horas de debate, conversaciones, controversias, reproches, disputas, ruegos, peticiones, displicencias, discusiones y forcejeos dialécticos. Nueve horas de sinceridad, de no callarse nada por ambas partes, de intentar convencer al otro de los argumentos propios desplegando todas las armas de la política y de la retórica.
Este periódico ha consultado con los protagonistas de los encuentros de una llamada negociación, destinada al fracaso desde el primer momento porque entre las dos posiciones no era posible un punto medio. Los socialistas querían que Unidas Podemos renunciara al gobierno de coalición y Podemos buscaba retomar la negociación de la coalición allí donde naufragó en la investidura de julio. Fuentes de Unidas Podemos resumen así la actitud de los socialistas. «Los encuentros fueron un ejemplo de antipolítica, la vicepresidenta monopolizó las intervenciones, apenas dejaba meter baza, ni siquiera a los suyos. Avasallando y provocando, con inexactitudes y argumentos de manual. Ellas tenían una estrategia deliberada de provocación, lo que buscaban era que nos levantáramos de la mesa, diciéndonos todo tipo de barbaridades, mientras nosotros escuchábamos incrédulos. Todo era no, no y no. O pasáis por el aro o no hay nada que hacer. Nos sorprendió la escasa fineza, la poca finura, al menos el portazo podía haber sido más elegante. Sólo buscaban nuestra rendición. Pecamos de ingenuos al pensar que había voluntad verdadera de un acuerdo. No la había, pensamos que en septiembre Pedro Sánchez podría aprovechar la posibilidad de negociar un gobierno con más calma que en julio y nos dimos cuenta finalmente de que él siempre apostó por la repetición electoral. La repetición de elecciones es una irresponsabilidad; en las reuniones, reconocieron que la mayoría del Senado está en peligro».
Los interlocutores del PSOE tienen otra versión de las mismas reuniones. «Unidas Podemos, que procede de una cultura política del PCE, habla y actúa como si fuera la izquierda verdadera y no entiende ni asume que la izquierda que ellos representan es minoritaria, que el proyecto progresista lo lidera el PSOE, y que no pueden sentarse con nosotros en igualdad de plano cuando nos separan más de 80 escaños. No admiten el lugar donde les han puesto los votantes. La minoría nunca puede imponer sus condiciones a la mayoría. Esas son las reglas de la democracia. Estamos jugando con armas muy distintas. Ellos juegan a la improvisación, no son serios, desconocen lo que es un gobierno, y nosotros tenemos que defender la institucionalidad del Gobierno de España, no podemos ponerla el riesgo».
Éstos son algunos de los pasajes de las nueve horas de reuniones que EL MUNDO ha podido reconstruir en conversación con los protagonistas del desencuentro.
Unidas Podemos: «Habéis apartado del Gobierno al líder de nuestro partido, algo sin precedentes, casi una humillación».
PSOE: «Habéis sometido al líder de nuestro partido a un desgaste político brutal en la investidura de julio. Eso no os preocupa, pero tiene consecuencias. En política, importan los tiempos y sus consecuencias».
Unidas Podemos: «¿En qué consiste la tercera vía que ha propuesto Pedro Sánchez? ¿Cuáles son las instituciones en las que podemos tener participación?»
PSOE: «Instituciones del Estado en las que podríais controlar la actuación del Gobierno. Por ejemplo, una oficina para supervisar al Ministerio de Hacienda. Pero tenéis que asumir que en materia económica nos separan muchas diferencias y que necesitamos pactar determinadas políticas con Ciudadanos o con el PP».
Unidas Podemos: «No podemos aceptar el desprecio que mostráis hacia nuestros casi cuatro millones de votantes». PSOE: «Nosotros no jugamos con el sentimentalismo. Nunca hemos dicho que vuestra exigencia de entrar en el gobierno sea una humillación para nuestros votantes, que son muchos más. Este tipo de argumentos no sirve para gobernar con estabilidad y seriedad, que es el único objetivo del PSOE».
Unidas Podemos: «El Gobierno de coalición es lo más sensato, lo único que puede garantizar la estabilidad política de España. En un contexto de empeoramiento de la economía y de complicaciones en la UE, ¿cómo queréis estar solos y gobernar con 123 escaños? Es una irresponsabilidad. ¿De verdad queréis gobernar? ¿Por qué en las comunidades son posibles las coaliciones y no en el Gobierno?».
PSOE: «No podemos aceptar en absoluto que la única salida democrática sea un gobierno de coalición, ni la Historia ni la política avalan esa afirmación. El Gobierno de España es una cosa muy distinta a los de las comunidades. Somos un partido de 140 años, estamos obligados a defender la institucionalidad del Gobierno de la nación, no podemos asumir un gobierno a cualquier precio».
Unidas Podemos: «Tenemos que acabar con esa anomalía de España que son las peleas de la izquierda y la falta de entendimiento. La anomalía de que la izquierda del PSOE no pueda entrar en el Gobierno».
PSOE: «Eso no es una anomalía, es el resultado de la actuación política de la cultura del comunismo. Unidas Podemos tiene que entender que el PSOE es quien lidera el proyecto progresista en España y respetar el resultado electoral».
PSOE: «¿Por qué no aceptasteis la oferta de gobierno de coalición que hicimos el esfuerzo de proponeros con mucha generosidad?»
Unidas Podemos: «Sólo tuvimos 48 horas de margen. No nos dio tiempo a una negociación seria para un gobierno de coalición. Todos nos vimos desbordados y perdimos el control por una situación de última hora».
PSOE: «Dejasteis pasar vuestra oportunidad, una oferta generosa, con carteras importantes. No podemos ayudaros a arreglar aquel error. Dejamos claro en julio, lo dejó claro el presidente, que no habría septiembre. No sabéis lo que es un gobierno».
Unidas Podemos: «Hemos negociado los Presupuestos con vosotros, y sí sabemos lo que es un Gobierno. ¿Qué pasará en la repetición electoral? Podemos estar en las mismas circunstancias que ahora. Y tendremos que volver a sentarnos».
En la sala donde se celebraron las reuniones siempre flotaron las sombras de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, los jefes de filas de ambas delegaciones. Sus estrategias y sus personalidades. Distintas, pero iguales en un punto. Su condición de resistentes que creen haber vencido a fuerzas muy poderosas. Esta tensión está a punto de canalizarse en la convocatoria de las cuartas elecciones en cuatro años.