LIBERTAD DIGITAL 23/04/16
EDUARDO GOLIGORSKY
El encarnizamiento con que las facciones secesionistas se confabulan para desmembrar España, al mismo tiempo que exhiben sus «miserias conocidas» cuando «meten las pezuñas» para «conseguir un palmo más de terreno para su masía» (textualmente, Pilar Rahola, “Vías de agua”, LV, 2/4), ha dejado malherida a Cataluña. El golpe de gracia puede recibirlo si se materializa el espectacular giro político protagonizado por uno de los más tenaces predicadores mediáticos del proceso.
El héroe y la heroína
Las clases medias y emprendedoras de Cataluña encontrarán las claves de ese golpe de gracia contra su estilo de vida, contra sus intereses y contra la sociedad catalana en el artículo de Francesc-Marc Álvaro «El nuevo Pujol se llama Colau» (LV, 14/4). El título puede inducir a error pero Álvaro se apresura a despejar equívocos. No pronostica que Colau se enriquecerá con malas artes como Pujol, sino que los coloca a ambos sobre el mismo altar:
El president forjó su prestigio en la oposición a la dictadura, por lo cual fue juzgado y sufrió tortura y prisión. (…) Pujol era un héroe imprevisto de la pequeña burguesía que pone en riesgo su posición confortable para plantar cara a Franco.
Y alabada sea su heredera en el santoral de Álvaro:
La alcaldesa, muchos años después, en un contexto democrático y de crisis económica, construye su carisma como portavoz de la PAH, entidad que simboliza la resistencia ante una injusticia que toca un aspecto básico como la vivienda. (…) Colau es la heroína que se complica la vida luchando a pie de calle, contra los bancos y la indiferencia oficial.
Sólo la empanada mental generada por la deriva caótica del movimiento secesionista al que había apostado todas sus bazas puede explicar que un observador experimentado atribuya el mismo papel redentor al timador de Banca Catalana y a la enemiga pública de los bancos. Sin embargo, detrás de la chocante contradicción se oculta una maniobra táctica de mucho calado: las tribus fragmentadas del secesionismo no vacilarán en desprenderse del devaluado lastre convergente y de los tóxicos Mas y Puigdemont para montarse en el tentador carro de la izquierda zombi (guerracivilista, revanchista, plurinacional, con injertos caribeños). Zombi pero resucitada por la magia de Colau:
Esta reconstrucción se hará con una suma de materiales nuevos y viejos (Iniciativa, EUiA, Podemos, la mencionada BComú y otros) pero con una voluntad clara de superar los marcos y narrativas de la transición. Quien ata todo esto es Colau, la que tiene el carisma y la autoridad para competir, convencer y ganar.
Llama la atención el desprecio con que Álvaro ningunea ahora a la Convergència de la cual fue privilegiado valedor:
Gobernar la Generalitat durante veintitrés años malacostumbró a un partido que hoy, en cambio, necesita repensarse con urgencia pero no tiene el hábito para hacerlo. La batalla de las ideas siempre fue un reto postergado por Pujol.
La corte de los milagros
En cambio Colau… Ella sí que es un prodigio de liderazgo:
Colau no va de ideóloga por la vida, no le hace falta. Tiene varias personas en su equipo que se dedican a las ideas. Su acierto estratégico es haber asumido el papel de abanderada de un cambio ideológico y generacional que proviene de una batalla cultural que no desperdicia ningún espacio. El Ayuntamiento de Barcelona es la herramienta principal y más potente -pero no la única- para asentar una hegemonía ideológica inexpugnable que haga irrelevantes todos los discursos y grupos considerados adversarios. (…) En un mundo bombardeado por noticias del tipo papeles de Panamá, Colau encarna la promesa de una política sin infecciones y sin averías. Sobre la base de una narrativa esquemática de buenos y malos, que hace del contrario alguien siempre moralmente inferior, el colauismo tenderá a crecer y arraigar.
El maniqueísmo que, según Álvaro, hará crecer y arraigar al colauismo es idéntico al que él y sus colegas del agitprop cultivaron para hacer crecer y arraigar el secesionismo y al que emplearon y emplean todos los regímenes totalitarios, así que no le costará trabajo reproducirlo si persevera en su giro a la izquierda.
El problema consiste en que la retórica hagiográfica del nuevo catecúmeno no basta para tapar los desafueros que amenazan con convertir a Barcelona en la corte de los milagros. «Barcelona, ciudad okupa friendly« (suplemento «Vivir», LV, 7/4), nos informa de que «ahora el Ayuntamiento prevé la usurpación de sus propiedades como una oportunidad». Los vecinos no opinan lo mismo cuando padecen una okupación:
En noviembre fue el turno de la antigua comisaría de Gràcia. Sus vecinos denuncian que el Ayuntamiento los abandonó, que los orines, ruidos y fiestas están devaluando el precio de sus viviendas, que el Consistorio no interviene porque teme que los okupas respondan quemando contenedores.
En la corte de los milagros «unos manteros pegaron a un agente el día del caso Garganté» («Vivir», LV, 10/4). Y Josep Garganté, edil de CUP que lleva tatuada en los nudillos la palabra odio y en el antebrazo el rostro del Che Guevara, es el mismo que intentó coaccionar, infructuosamente, a un médico del ambulatorio Perecamps para que certificara, faltando a la verdad, que un mantero lesionado al tropezar y caer había sido empujado por un guardia urbano («Vivir», LV, 11/4). La alcaldesa, «heroína» y «carismática», según Álvaro, se limitó a opinar que el vídeo que mostraba la coacción «no es agradable» (“Vivir”, LV, 12/4). Y su ideólogo Gerardo Pisarello renunció a querellarse contra el edil abusador («Vivir», LV, 16/4). Otro titular del mismo diario (9/4) informa: «La falta de apoyo de Colau crispa a la Guardia Urbana». Para sus agentes no es «heroína» ni «carismática». Tampoco lo es para el policía del puerto que recibió un cabezazo en la nariz propinado por un mantero (“Vivir”, LV, 16/4).
Es posible que los secesionistas radicales y sus camaradas de la izquierda zombi atribuyan la crispación de los guardias urbanos a su empeño en defender la abominada propiedad capitalista, pero no son los únicos que están crispados.
Pediatras indignados
Otro titular (LV, 30/3): «Los pediatras critican el apoyo del gobierno de Colau a los antivacunas». ¡Los pediatras! Sucede que el Ayuntamiento de Barcelona patrocinó con su logo un documental contra la vacuna del papiloma humano. Pediatras, ginecólogos y oncólogos reaccionaron indignados ante esta campaña plagada de mentiras y saturada de prejuicios anticientíficos propios de una Administración tan nihilista como iletrada. Fruto de esta indignación fue un artículo del prestigioso ginecólogo Santiago Dexeus («Medicina, periodismo e intereses bastardos», LV, 12/4):
Hará un año del fallecimiento del niño de 6 años afectado de difteria que no fue vacunado. Espero que los apóstoles de la ignorancia científica sientan el peso de su culpabilidad y les mantenga en silencio, permanentemente. No sólo los vendedores de humo son culpables sino también el periodismo irresponsable, ciertos médicos y políticas sanitarias. (…) La [vacuna] del virus del papiloma humano, causante del 88% de los cánceres del cuello uterino, ha demostrado su eficacia e inocuidad. Hasta la fecha se han evitado más de 700 millones de enfermedades y 150 millones de muertes. Cifras avaladas por sociedades científicas con 114.000 afiliados.
Primer balance: el Ayuntamiento de Ada Colau es friendly con los matones, okupas, manteros y curanderos, y unfriendly con las clases medias y emprendedoras, los turistas, los guardianes de la ley y las vacunas. Pero no acaba aquí el guiñol, hay más.
Fobia atávica
La corte de los milagros es una corte republicana con milagros necrófilos. Desde el momento en que asumió el cargo, la alcaldéspota, secundada por el núcleo duro de sus acólitos, descargó su fobia atávica contra la monarquía constitucional, sus representantes, sus símbolos y su matriz borbónica. La edil Carina Mejías, de Ciudadanos, acusó a Colau de actuar arbitrariamente, como si Barcelona fuera «la república independiente de su casa» («Vivir», LV, 16/4). Otra Cristina Kirchner.
Durante la conmemoración sectaria del 85 aniversario de la proclamación de la II República, Gerardo Pisarello, brazo derecho de Colau, lanzó una soflama en la que reivindicó la memoria de la Barcelona libertaria, aquella que los comunistas ahogaron en sangre en mayo de 1937 para evitar que los pistoleros libertarios siguieran asesinando burgueses e incendiando iglesias. A continuación, la misma Colau fantaseó sobre una Barcelona librepensadora cuando, en la vida real, los comunistas, después de liquidar a los libertarios y poumistas, encerraban en las checas y purgaban a quienes no pensaban como ellos.
La aparatosa conversión de un encumbrado predicador mediático al credo colauista augura que la nueva hoja de ruta pasará por el amancebamiento de los secesionistas con la izquierda zombi. Urge frustrar este golpe de gracia contra la Cataluña racional, asestado a mansalva por los fariseos que prometieron emanciparla.