JUAN CARLOS GIRAUTA-EL DEBATE
  • Con un poder que amenaza a los medios libres por investigar a la presunta esposa y al presunto hermano, no se sienta uno ni a esperar el autobús

Con un Gobierno que coloniza, desde el partidismo y el amiguismo más obscenos, cuantos órganos y empresas públicas alcanza su voracidad, no se negocia. Con un Ejecutivo nepotista como ningún otro que se recuerde, no se alcanzan consensos. Con un poder que amenaza a los medios libres por investigar a la presunta esposa y al presunto hermano, no se sienta uno ni a esperar el autobús. Con los que amenazan a los jueces, los insultan, los hostigan, violan su independencia, les organizan campañas de desprestigio ad hominem, no se habla de nada. Pero ni cien veces borracho ni cien veces muerto se chalanea, precisamente, sobre el órgano de gobierno de los jueces, esa cosa sustituible no ya por una inteligencia artificial sino por un cuaderno que prevea ascensos, sanciones y nombramientos de acuerdo con criterios reglados, previsibles y neutrales. Esa cosa que, en realidad, sirve para hacer trocitos y tragarse, empujándolo con uno de los licores de la bodega del Falcon (bodega bodega), el artículo de la Constitución donde se establece que los jueces y magistrados son independientes e inamovibles, y que están sometidos únicamente al imperio de la ley. Con quien lee «imperio de la ley» y piensa en sí mismo y en su capricho narcisista de plagiario resentido, no se nos tocan las instituciones a cuatro manos.

No se puede comprar el relato del adversario, según el cual el problema es la falta de renovación, renunciando al correcto: el problema es la forma de elección. No hay una izquierda mala y una derecha buena: la izquierda autocumple la profecía del fin del sistema del 78; los nacionalistas ven acercarse su sueño pese a la estupidez propia y gracias a la ajena; hay una derecha con dificultades para leer la realidad a base de no leer nada, pues lo que importa es la gestión y tal; hay otra derecha diminuta (una curiosidad) que odia la democracia liberal tanto o más que sus propios dinamiteros. Y también existe una derecha que antes que derecha es española y libre. Según lo que suceda en las próximas horas, a esta derecha le podría tocar la responsabilidad de mantener a solas la denuncia del autogolpe. Es decir, la verdad. Con la penalidad de verse sometida al escrutinio del necio, que suele interpretar la soledad como falta de razón.

Ojo, esa derecha apurará el cáliz. Hay un espacio para los que exigen la libertad, los derechos propios de la democracia liberal, la inexcusable observancia de la ley por todos, incluidos los poderes públicos. Jamás persiguieron la elección del gobierno de los jueces por parte de los jueces, como se demostró cuando su mayoría absoluta. ¡Y querían concentrar el voto! Concentrarlo en el PSOE, supongo. Recordad: el espacio para la dignidad política existirá siempre porque un enorme segmento de demócratas ni es de izquierdas ni vive acomplejado por no serlo.