EL MUNDO 30/11/14
·«Nunca tendréis que elegir entre ser catalanes o ser españoles»
· Rajoy endurece en Barcelona su discurso frente al plan soberanista de Mas, que «ha fracasado en toda regla», y promete que jamás habrá un referéndum sobre la independencia CiU le acusa de optar por el «frentismo» y cree que se refuerza la vía de las elecciones anticipadas
Mariano Rajoy admitió hace unos días que tenía que explicar «mejor» lo que piensa sobre la situación política en Cataluña. Ayer lo hizo, pero se equivocaba quien esperase una rectificación. De hecho, el presidente del Gobierno estuvo en Barcelona más contundente que nunca contra Artur Mas y prometió a los presentes que no permitirá que se ponga en cuestión la unidad de España: «Nunca tendréis que elegir entre ser catalanes o ser españoles».
Si el presidente de la Generalitat expuso el martes su hoja de ruta hacia la independencia, el discurso de Rajoy se convirtió en una enmienda a la totalidad de las propuestas de Mas. Empezando por la votación del 9-N, que en su opinión evidenció el «fracaso en toda regla» del proyecto soberanista. «La gran operación de propaganda internacional se vino abajo sin ruido y sin estrépito», dijo para justificar su actuación ese día, criticada por algunos sectores de su partido.
Durante casi una hora, y arropado por un verdadero desembarco de la plana mayor del PP que incluía a cinco ministros, el presidente del Gobierno criticó la deriva de la Generalitat, desgranó las ventajas que en su opinión tiene para Cataluña permanecer dentro de España y se quejó de la «poca claridad» del PSOE: «Algunos tienen un pie en cada orilla».
Él no. Rajoy estaba en Barcelona para apoyar «la Cataluña plural y española que algunos se empeñan en ignorar». Y, sin rehuir el combate, se lanzó a por Mas. La primera frase que dedicó al presidente de la Generalitat fue un anuncio del camino que iba a tomar su discurso: «Desde las elecciones de 2012 no ha hecho más que huir hacia adelante en busca de su supervivencia, dejando atrás a cada vez más catalanes».
El «proceso participativo» del 9 de noviembre le ocupó varios minutos. Si el viernes la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, advirtió a Mas de que ahora debe afrontar las «consecuencias» legales de haber puesto urnas y contado papeletas pese a la prohibición del Tribunal Constitucional (TC), Rajoy no se refirió a la querella de la Fiscalía y la emprendió contra la situación política que ha propiciado el president.
«El 9-N fue una farsa en la que se invirtió energías, tiempo y muchísimo dinero. Después de la presión, el resultado fue que más de dos de cada tres catalanes rechazaron participar», dijo el presidente, que contrapuso su proyecto al de Mas: «Hay quien gobierna buscando enemigos para ocultar su fracaso; nosotros trabajamos para evitar rupturas».
En opinión de Rajoy, el 9-N –que Mas ha capitalizado entre los sectores soberanistas– sólo le sirvió al presidente catalán para «arañar votos a ERC». Pero no para mostrar la hegemonía de su proyecto: «Si pretendía mostrar una Cataluña independentista ha fracasado en toda regla, ateniéndonos a sus propias cifras».
Buscando atacar los argumentos de los nacionalistas desde la raíz, negó que la mayoría de los catalanes quiera romper con España. «¿Dónde deja Mas a toda esa gente?», se preguntó, y advirtió al president de que «no puede hablar en nombre de todos los catalanes». Poco antes, la líder del PP en Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, había cifrado en «más de cinco millones» a quienes no quieren la secesión.
«En cuatro años, el Govern ha estado obsesivamente dedicado a preparar la separación, agitando la ensoñación de la independencia como una Arcadia feliz. Y mientras, la casa sin barrer», añadió.
Rajoy se refirió además al plan que Mas expuso para alcanzar la independencia en 2016, y tampoco le merece buena opinión. «La nueva hoja de ruta prolonga dos años más este estado de cosas», resumió. «Plebliscitarias, que no sé lo que son, en marzo de 2015; luego Constitución ilegal y otro referéndum, también ilegal. Otros 18 meses de viaje a ninguna parte», añadió.
Tampoco le gustó la pretensión de Mas de agrupar a todos los independentistas en una candidatura unitaria, porque «Cataluña no puede ser un país de listas o partidos al servicio de una sola causa».
¿Qué hacer ante esta situación de «desgobierno»? No hubo grandes novedades en este aspecto. El presidente del Gobierno ofreció «tranquilidad frente al delirio» y, sobre todo, garantías de que no habrá un referéndum de independencia. Ofreció diálogo, pero con límites. «No voy a permitir que se ponga en tela de juicio la unidad de España, y tampoco la soberanía nacional. No queremos que unos catalanes puedan quitarles a otros su derecho a ser españoles y europeos», afirmó entre aplausos.
Rajoy dijo también que «nunca» negociará con conceptos como «la igualdad» entre los españoles, el derecho de todos los ciudadanos «a decidir qué es su país» o con «el cumplimiento de las leyes».
Tras subrayar los beneficios que en su opinión comporta la permanencia de Cataluña en España –habló de la sanidad pública y gratuita, del turismo, del AVE, de las carreteras y del crecimiento económico de este año, por ejemplo–, el presidente del Gobierno lanzó algunos dardos al PSOE. Rajoy ve inconsistente la solución federal que propone Pedro Sánchez para Cataluña. «¿Cómo se puede pactar una reforma de la Constitución con alguien que tres años después de hacer una dice exactamente lo contrario?», dijo en referencia al acuerdo por la estabilidad presupuestaria.
Frente a Rajoy, el PSOE y el PSC unificaron ayer sus mensajes para evitar su imagen habitual de división en torno a Cataluña. El secretario de Organización federal, César Luena, desde Segovia, y el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, desde Barcelona, resaltaron que «como siempre, Rajoy llega a Cataluña tarde y mal».
Luena e Iceta trasladaron a Rajoy que «no se puede despreciar a Cataluña para ganar votos en el resto de España», pero también instaron a Artur Mas a que «no sacrifique el futuro de los catalanes preocupándose sólo de su futuro político».
Los dos coincidieron en destacar que la solución a los problemas en Cataluña y España vendrá de la mano de los socialistas. Como señaló Luena, «no es la política lo que ha fracasado en Cataluña», sino «dos políticos: Rajoy y Mas». Por eso, aseguró, «la solución» al grave conflicto catalán «tiene un nombre: socialista», porque «hace falta una reforma constitucional, por muchas razones, pero sobre todo para asegurar y coser la convivencia».