Editorial, EL CORREO, 10/10/11
La celebración del día de la Ertzaintza, instituido por el Gobierno vasco el pasado año, subrayó ayer el papel desempeñado por la Policía autónoma en la paulatina conquista de la libertad frente al terrorismo. La creación de un cuerpo de seguridad que pudiera encargarse íntegramente de la prevención y persecución de cualquier tipo de delito en Euskadi fue saludada, tras la aprobación del Estatuto de Autonomía, como uno de los signos distintivos de nuestro autogobierno. Pero a finales de los 70 y a principios de los 80 del pasado siglo nadie podía suponer, y menos que nadie sus primeros gestores, que la Ertzaintza iba a tener que enfrentarse durante tantos años a la violencia etarra y al acoso contra sus miembros, que ha causado la muerte de quince de ellos. El valor democrático y de autogobierno que representaba el desarrollo de una Policía propia se tuvo que poner a prueba frente a quienes no admitían otro dictado que el de la intolerancia extrema, pero también, como recordó ayer el lehendakari López, frente a la indiferencia de demasiados vascos. La Ertzaintza tenía el ineludible deber de convertir su fuerza simbólica en una oportunidad para dotar a la sociedad vasca de un servicio público policial nuevo, reconocido y eficaz. Este último es el desafío permanente que tendrán ante sí tanto sus integrantes y mandos como sus responsables políticos. El previsible final de la amenaza etarra y la progresiva dilución de su presencia coactiva permiten y obligan a la Policía vasca a realizar un especial esfuerzo por renovar sus vínculos con la ciudadanía en un clima de normalidad. Si algo ha caracterizado a los ertzainas durante estos años es su alto grado de sindicación y su disposición reivindicativa. Una parte de esas reivindicaciones ha contado con la razón moral que amparaba a los policías autonómicos en el desarrollo de una tarea dificultada por el acecho terrorista, y que acarreaba indudables costes personales. Pero en tanto la Ertzaintza pueda celebrar su día por tercera vez dentro de un año en condiciones de mayor libertad para todos los vascos, sus miembros deberán también encaminarse hacia un nuevo tiempo en el que la dotación humana para el desempeño de las funciones policiales requerirá actualizarse sujetándose a necesidades estrictas de seguridad y a criterios de eficiencia en el servicio público.
Editorial, EL CORREO, 10/10/11