Finalmente, se consumó la moción de censura por la que el PSN entrega el Ayuntamiento de Pamplona a Bildu. Una entrega miserable que supone saltarse todas las líneas rojas –y cuántas van ya– por parte del PSOE. Un proceso que excede el blanqueamiento hasta convertir a Bildu en una fuerza equiparable a cualquier otra en democracia.
Es imposible entender la memoria histórica en términos exclusivamente antifranquistas para, a continuación, saltarse por alto la memoria del terrorismo, del cual Bildu es directo heredero. Encabezado por un líder, Otegi, él mismo condenado en su día por terrorismo. Con la columna vertebral de Bildu, Sortu, cuya figura es precisamente el último jefe terrorista de ETA, David Pla, y que cuenta con numerosos dirigentes condenados también en su día por terrorismo. Ese Bildu que llevó en sus listas a las elecciones municipales del pasado 28 de mayo a 44 miembros condenados en su día por terrorismo, 7 de los cuales lo estaban por asesinato. No, no es admisible que la memoria se centre exclusivamente en el antifranquismo y, al tiempo, se haga manga ancha con el terrorismo. Hay quien dice que se trata de pasar página, y hasta una enciclopedia entera se saltaría también, pero antes de todo ello es imprescindible haber leído bien aquellas páginas que se pretenden saltar.
¿Cómo creer a cualquier dirigente socialista vasco que asegura que tras las próximas elecciones autonómicas en esa comunidad, nunca el PSOE apoyará la formación de un gobierno de Bildu?
Se dice también que Bildu es una fuerza legal, y lo es. Pero los demócratas no les debemos absolutamente nada, y mucho menos regalarles el Ayuntamiento de Pamplona. Hay algo que siempre se debe tener en cuenta a la hora de saber con quién se puede o no pactar. Y si esto se olvida, será el triunfo del relativismo absoluto, una suerte de “todo vale”, en que todo está permitido, y no es sino el anuncio de una decadencia irreversible.
Portavoces del PSN no ocultan que concejales de esa fuerza en Pamplona han presentado su dimisión antes que apoyar esa infame moción de censura; lo tratan de vender aludiendo a supuestas presiones que habrían padecido los dimisionarios. Lo insólito es que ni una palabra en tal sentido hemos escuchado de ellos; que no se nos ha comunicado la existencia de ninguna denuncia penal. Las cosas son, con seguridad, más sencillas: hay gentes en las filas socialistas que se niegan a compartir semejante aberración en Pamplona.
Con ser terrible, y vaya si lo es, esa moción de censura, en similar enfoque se encuentra la pérdida radical de crédito de la palabra del presidente Sánchez. Cuando se ha saltado una frontera como la de Pamplona, a partir de ahora qué crédito puede tener cualquiera de sus palabras. ¿Cómo creer a cualquier dirigente socialista vasco que asegura que tras las próximas elecciones autonómicas en esa comunidad, nunca el PSOE apoyará la formación de un gobierno de Bildu? ¿Qué valor tiene esa palabra cuando es el César Sánchez quien decide lo que se ha o no de hacer?
Y todavía lo peor, si es que eso puede ser, es que no sabemos qué futuro nos deparará el Sr. Sánchez en sus obscenos acuerdos con Bildu. Que los hay, es evidente: la propia moción de censura de Pamplona se presentó cuatro semanas después de su investidura. ¿Y cuáles más habrá con Bildu, única fuerza que no requirió suscribir ningún documento político con el PSOE para apoyar la investidura de Sánchez? Es ahí donde nos internamos en la lógica de un protocolo secreto, es decir, aquellos acuerdos ya adoptados que se van haciendo públicos al antojo de las partes que intervinieron en esos acuerdos. ¿La anexión de Navarra al País Vasco forma parte de esos acuerdos? ¿U otras mociones de censura en otros municipios navarros? ¿El indulto a presos por terrorismo es parte de los mismos? ¿La formación de un gobierno y un lehendakari de Bildu en el País Vasco también?
Es de temer que lo peor no sea ya el camino recorrido en este mes y medio del gobierno de Sánchez, sino lo que esté por venir
Son preguntas cuya respuesta está al alcance únicamente de quien suscribiera en secreto esos acuerdos con Bildu. Es el riesgo enorme de una democracia que se sitúa en el ocultismo, en el secretismo, al margen deliberado de la voluntad ciudadana.
Hoy tenemos un gobierno sustentado en un gigantesco fraude electoral, la amnistía. Y es de temer que lo peor no sea ya el camino recorrido en este mes y medio del gobierno de Sánchez, sino lo que esté por venir. Más allá de la polarización y división en un muro de la sociedad española, de conflictos institucionales que irán a más, estamos asistiendo a un peligroso declive de nuestras normas democráticas. Pues si la hoja de ruta del gobierno se basa en protocolos secretos cuyos acuerdos secretos se van dando paulatinamente a conocer, se hace inviable un debate democrático público, dado que la realidad profunda permanece oculta.
Sí, este jueves fue un mal y desolador día para Pamplona y para el sistema democrático español. Un pésimo día, en que la luz se va apagando paulatinamente en el marco de una creciente oscuridad, a base de pactos desalmados. Pactos sin alma, que caricaturizan cualquier expresión política por parte de quien los suscribe.
En todo caso, ¡Feliz Año 2024!