Isabel San Sebastián-ABC
- Las alimañas etarras pueden ser ensalzadas porque quien promueve esos homenajes; es decir, Bildu, sostiene al gobierno Frankenstein
¿Se imagina alguien la celebración de un homenaje a los que mataron a golpes a Samuel Luiz en La Coruña? ¿Un acto de enaltecimiento del «violador del Ensanche» en Barcelona? ¿Una manifestación convocada en Córdoba en apoyo de José Bretón, asesino de sus propios hijos? Ninguna mente sana concibe tal aberración, no solo porque esas conductas repugnarían a cualquier persona bien nacida, sino porque contravendrían frontalmente nuestra legislación. La Ley en España considera el odio un delito execrable, excepto cuando los odiados son los españoles por el hecho de serlo. En ese caso hay manga ancha para dar rienda suelta a la inquina, incluso cuando conduce a la humillación de quienes sufrieron en sus carnes esa saña, traducida en la
matanza indiscriminada de hombres, mujeres y niños. Las alimañas como Henri Parot, autor material de 39 asesinatos, pueden ser ensalzadas públicamente, porque los que rentabilizan sus atentados en las instituciones, es decir, Bildu, también llamado Sortu, Batasuna, Herri Batasuna y demás sinónimos de «brazo político de ETA», sostienen a Pedro Sánchez en el Congreso. La «marcha solidaria» que iba a tener lugar hoy en Mondragón en respaldo de ese terrorista constituía por tanto una exhibición de odio obsceno a las víctimas de ETA, a cuantos defendemos la libertad y unidad consagradas en nuestra Constitución y a cualquier ser humano decente, que la autoridad competente había autorizado por tratarse de una exhibición de odio solidaria con el actual Gobierno Frankenstein. La Fiscalía, cuyo mando se jactó de ostentar el propio Sánchez en televisión, no puso objeción alguna a la perpetración de semejante ultraje. La Audiencia Nacional, paradójicamente creada para combatir el terrorismo, dio su visto bueno. Y en todo el espectro político únicamente Vox, el PP y UPN alzaron la voz par denunciar tamaña ofensa a la dignidad.
En el último momento, la entidad organizadora del ultraje, un tentáculo del conglomerado etarra conocido como Sare, ha decidido desconvocar la marcha y sustituirla por concentraciones en todos los pueblos del País Vasco y Navarra en favor del conjunto de etarras presos, alegando que desde algunos sectores se había intentado «criminalizar» la iniciativa centrada en Parot. ¿Acaso no es criminal rendir tributo a un ser con semejante historial delictivo? Si he logrado contribuir a esa criminalización, me enorgullezco de ello. Claro que la alternativa es peor que la idea inicial. Ahora el lema de esa infamia habla de «derechos humanos, convivencia y resolución», mientras la vejación consentida trasciende las lindes de una localidad y se extiende como la ponzoña, causando un dolor infinito a cuantos vascos y navarros leales a España soportan la opresión de los separatistas victoriosos, condenados a elegir entre el silencio y la muerte civil al haber sido abandonados por la izquierda en el poder.