Tonia Etxarri-El Correo

  • Horas antes de que mi admirada y llorada Victoria Prego falleciera, dejó marcada su preocupación en una orla de su cuenta en la red social X con ese aviso sobre las reformas que piensa acometer el Gobierno

Horas antes de que mi admirada y llorada Victoria Prego falleciera, dejó marcada su preocupación en una orla de su cuenta en la red social X con un aviso: «Ojo a esto». Y dejaba enlazada la noticia sobre las reformas que piensa acometer el Gobierno, pasando por encima de la oposición, si el PP persiste en no ceder a renovar el Consejo General del Poder Judicial, en las condiciones que quiere Pedro Sánchez . Si no hay acuerdo con el partido de Feijóo, procederá, animado por sus socios !y sindicatos! a rebajar la mayoría cualificada de los 210 votos necesarios para elegir a los vocales a los 176 de la absoluta, aunque ya lo intentó hace cuatro años, apoyado entonces por Pablo Iglesias, y fue reconvenido por la Comisión Europea.

A Victoria, como a tantos otros analistas, le preocupaba el golpe de timón que está preparando Pedro Sánchez para contar con un Poder Judicial a la imagen y semejanza de la mayoría que le apoya en el Congreso de los Diputados. La «normalidad» que concibe el PSOE tiene una doble dimensión. La de elegir a los vocales del Poder Judicial a través de los grupos políticos del Parlamento y no a través de los jueces y la de la mayoría parlamentaria cualificada que, como no le es favorable, está tentado de reducirla, aunque el artículo 122 de la Constitución establezca que los vocales que deban ser elegidos por las cámaras parlamentarias sean, en el Congreso y en el Senado, por mayoría de tres quintos.

Pero como Sánchez se apresura a desarrollar su «punto y aparte» de su nueva etapa, la tercera del sanchismo, su ultimátum a Feijóo ya está sobre la mesa. Y ayer los sindicatos de CCOO y UGT que celebraron el 1 de mayo en Madrid le secundaron pidiendo «tirar para adelante» en el control del Poder Judicial. Unai Sordo, tan mimetizado con la vicepresidenta de Sumar, Yolanda Díaz, no pudo ser más claro. El Consejo General del Poder Judicial, dijo, «no puede depender sólo de los jueces». Quizá quiere apuntar también a los sindicatos en esta merienda judicial en donde se está poniendo en evidencia la separación de poderes.

Victoria, esa gran profesional que muchos tuvimos el privilegio de conocer y con la que pudimos compartir espacios de información y debate, está recibiendo todo tipo de merecidos reconocimientos desde el ámbito político. Su credibilidad indiscutible llegó a auparla como la referente de la movilización contra los cómplices de ETA, después del asesinato de Miguel Ángel Blanco, en julio de 1997. Su discurso no pudo ser más contundente: «Con la paz y con la palabra, pero también con la ley, a por ellos». Fue crítica con el poder porque era libre y tenía muy asimilado el papel de contrapeso que debe ejercer el periodismo en democracia. Estoy segura de que algunos de los que ayer la halagaron, si leyeron últimamente sus afilados artículos, se habrán sentido incómodos. Se ha revuelto cada vez que ha visto injerencias políticas en el periodismo pero se ha apagado la voz de esta defensora apasionada de la Transición. Tan rigurosa y alejada de los sectarismos nos dejó su último aviso. Ojo.