Santiago González, EL MUNDO, 25/6/12
Las Fuerzas de Seguridad son tropa escarmentada, de ahí que se acojan con frecuencia a la cláusula de añadir «por ahora» cada vez que emiten un informe sobre el futuro del terrorismo. Un suponer: el cese definitivo de la actividad armada. No es que consideren que ETA no está derrotada; los signos son evidentes, pero los más pesimistas de ellos piensan que el por ahora dura hasta las elecciones autonómicas, según cuenta Ángeles Escrivá.
En las Navidades de 2005 oí definir a un experto un horizonte temporal para la tregua que ya se daba por hecha en las redacciones de los medios, aunque faltaban aún tres meses: «Habrá tregua. En el mejor de los casos durará hasta las municipales (27 de mayo de 2007). En el peor, se romperá en 2006». Me acuerdo de la predicción cada vez que recuerdo el atentado de Barajas (30 de diciembre de 2006) y el comunicado de ETA en el que ponía fin al alto el fuego en 5 de junio de 2007, nueve días después de las elecciones municipales.
Al leer las declaraciones del consejero vasco de Interior a Esther Esteban –«ha sido un Gobierno socialista liderado por Patxi López el que ha conseguido que el terrorismo desaparezca, con la firmeza democrática y la tolerancia cero […] en coordinación con el Gobierno de España»–, no he podido evitar el recuerdo de lo que antecede. ¿Eran firmeza y tolerancia cero las meriendas de Eguiguren con Otegi y la complicidad de López con el proceso? López ha acompañado mejor al Gobierno de España que Ibarretxe, pero las competencias del lehendakari son eso, de acompañamiento, y el Gobierno de Zapatero sólo acertó cuando enterró el proceso de paz y se aplicó a la lucha policial. «Con ETA ha terminado la Guardia Civil», dice Txema Montero, un conocedor.
Miembros más cualificados del PSOE dicen que el Gobierno «tiene un problema»: los 800 presos etarras. Aún perdura la lógica que les lleva a gestionar los procesos de paz como hacía el coronel Buendía con los levantamientos armados: encabezó 32 a lo largo de su vida y los perdió todos. Vamos a ver: el Gobierno, y todos los españoles, comprendidos los vascos y los socialistas, tendríamos un problema de verdad si esos 800 terroristas estuvieran en libertad, en lugar de cumplir condena.
Los 800 terroristas presos plantean problemas a Ángel Yuste: requieren mucho espacio y cierto gasto, hay que evitar que se amontonen, etcétera; pero problema, lo que se dice problema, es más bien para los propios interesados, que querrán salir, supongo; para sus familiares, para la banda terrorista, tan mermada, y para sus correligionarios, tan contentos tras la legalización de Sortu. La empatía es una virtud que adorna a la gente de bien. La prudencia recomienda, sin embargo, emplearla con tiento: no hasta el punto de asumir como propios los problemas de los terroristas. Ni sus penas.
Santiago González, EL MUNDO, 25/6/12