JON JUARISTI-ABC

  • En las guerras contemporáneas, la ONU, los milicianos y los mercenarios son lo menos fiable del panorama

Matice, reinterprete o retuerza como quiera sus declaraciones del martes, el secretario general de las Naciones Unidas dijo lo que dijo. A saber, que la incursión criminal de Hamás «no sale de la nada», porque se produce tras «cincuenta y seis años de ocupación asfixiante» de los territorios palestinos. Es una ilustración perfecta de lo que en la retórica clásica se conoce como la falacia del ‘post hoc propter hoc’ (‘después de, luego a causa de’). Como los israelíes ocupan de modo asfixiante los territorios palestinos desde 1967, la incursión de Hamás, el pasado 7 de octubre, sería el corolario lógico de dicha ocupación. Esto es lo que ha dicho António Guterres, y el corolario lógico de esta declaración mendaz, infame y justificatoria de los asesinatos en masa del 7 de octubre, ha sido la exigencia, por parte de Israel, de la dimisión de su cargo al frente de la ONU y de la cancelación y retirada de visados a los funcionarios de dicha organización.

Vamos por partes: Israel no ocupa Gaza. El ocupante es Hamás, y ni siquiera puede decirse en este caso, parafraseando a Jaime Gil de Biedma, «media Gaza ocupaba a la otra media», porque, el 7 de octubre, Hamás ocupaba la Franja con el beneplácito de la abrumadora mayoría de la población adulta, que lanzó a sus hijos a la calle para festejar la matanza de judíos y consintió que Hamás los utilizara como escudos humanos a partir del día siguiente.

No hay una ONU. Hay, por lo menos, dos: la ONU de las democracias liberales y la ONU de las dictaduras, de los totalitarismos y de las teocracias. Después están los equidistantes, como la España de Sánchez y el Portugal de los Antónios, Costa y Guterres, o sea, las socialdemocracias pindongas que siempre acaban yéndose del bracete con los enemigos de las democracias liberales y, siempre, con los enemigos de Israel, como ya hizo en su día Rodríguez Zapatero, que se ponía la ‘kufiya’ y lamentaba en público que el holocausto de los judíos en los campos nazis de exterminio hubiera ocultado los sufrimientos de los republicanos españoles.

Por otra parte, la ONU no ha hecho gran cosa en las guerras contemporáneas, salvo enviar ayuda humanitaria de la que siempre acaban apropiándose los bandos más desaprensivos. ¿Alguien se imagina lo que habrían hecho hipotéticas tropas de la ONU frente a la incursión de Hamás en Israel? Pues lo mismo que hicieron en julio de 1995 los 400 cascos azules holandeses en Srebenica ante la matanza de 8.000 prisioneros musulmanes bosnios por los milicianos serbios de Mladic. O sea, nada, cruzarse de brazos y mirar.

En las guerras contemporáneas, siempre sucias y crueles, la ONU, los milicianos y los mercenarios son siempre lo más turbio del panorama. Israel hace muy bien en confiar solo en sus militares y en Estados Unidos, también en ese orden.