LUIS VENTOSO – ABC – 10/12/16
· Las embajadas de buena voluntad se topan con el previsible desplante.
Parece muy adecuado que el Gobierno aumente su presencia en Cataluña y que la vicepresidenta tenga cepillo de dientes en un despacho de Barcelona, dado que el repliegue y poca visibilidad del Estado han sido bazas del separatismo para medrar. Resulta razonable que se le dé un buen repaso a la financiación autonómica y se estudie si Cataluña –y Valencia– se hallan perjudicadas. Es de justicia que se solventen las carencias de infraestructuras y servicios de Cataluña (aunque que ya las querría yo, como gallego que no podrá ir desde Madrid a Galicia en AVE ni en 2019).
Pero tengan por segura una cosa: Soraya puede mudarse de lunes a jueves a una tienda Qechua en la plaza de Sant Jaume; Montoro puede rebañar dinero de extremeños, andaluces, gallegos y castellanos para dárselo a la Generalitat; cabe retocar la prosa de la Constitución y proclamar que Cataluña es una nación, o Xanadú, si hace falta; se puede continuar desguazando el Estado hasta dejarlo en su más ridícula expresión; pero aunque se haga todo eso, los partidos separatistas seguirán sin darse por satisfechos, acusarán al pérfido Madrid de cerrazón y continuarán exigiendo la independencia.
Es más, si se aceptase lo que propone Podemos, partido felón con España, y se permitiese un referéndum, tampoco se solventaría en nada el problema territorial. Al revés. En caso de perder la consulta, el separatismo tardaría unos días en reclamar otra, hasta lograr el único resultado que considerarían legítimo: la ruptura de España y la proclamación de su república (en Escocia ya se está viendo).
No se puede dialogar con quien no desea nada de ti, salvo perderte de vista; ni se puede ganar un debate emocional solo con argumentos racionales. Por eso es muy probable que la embajada sorayesca fracase. La Operación Diálogo ha comenzado ya con un desplante sonado: tras la última visita de buena voluntad de la gran emisaria, Puigdemont convocó de inmediato una conferencia sobre el referéndum de independencia.
No se quiere asumir, y menos desde una intelectualidad alérgica a defender España, pero la única manera de hacer frente al separatismo es fomentar el patriotismo español y defender el imperio de la ley. La batalla no se dirime en lo económico, sino más bien en la conquista de los corazones. Es un debate intelectual y cultural, que solo puede ganarse si se va convenciendo a más y más catalanes de que España y el autogobierno autonómico de Cataluña son ideas más avanzadas, útiles y solidarias que el encono xenófobo contra tus compatriotas de siempre. No bastan los viajes entre bambalinas de la enviada especial (que están bien, pero son un complemento).
Hace falta en el Gobierno –y en la intelectualidad y los medios– un discurso estimulante a favor de España. El día que nuestros gloriosos cineastas, ciertas reinas de la mañana televisiva, folloneros varios, radiofonistas globales, novelistas diletantes y los que viven en Wyoming empiecen a decir abiertamente que la independencia de Cataluña es un disparate para los catalanes, algo comenzará a cambiar. Esa sería la auténtica Operación Diálogo. Pero hay demasiados complejos absurdos y muy poco compromiso con el país propio. El Síndrome de Trueba.
LUIS VENTOSO – ABC – 10/12/16