El Terrorismo criminal de ETA causó dolor y dejó conmocionadas a muchas familias, provocó bajas que la mayoría de los españoles seguimos sintiendo en las Fuerzas de Seguridad o el Ejército, entre otros. Fue una banda criminal que quiso derrotar al Estado y nunca pudo.

En los primeros años de la Transición, en alguna ocasión rozamos el abismo, pero corrimos más peligro de perder el Estado Democrático el 23 F por la conjura castiza, de una España decimonónica que protagonizaron Tejero, Armada y otros.

ETA nunca tuvo fuerza para derrotar al Estado, sólo pudo provocar desolación, tristeza, dejándonos el recuerdo inolvidable de quienes fueron asesinados. El Estado corre hoy más riesgo con la aprobación de la ley de amnistía concedida por Sánchez para seguir durmiendo en la Moncloa, y que Conde-Pumpido santifica con igual indignidad que servidumbre.

Los miembros de la mayoría del Tribunal Constitucional, con mayúsculas, ejerciendo de gladiadores  más que de juristas, derogan el Estado de Derecho para satisfacer las necesidades de Sánchez, destruyendo el principio de igualdad que caracteriza a los Estados democráticos.

¡Viva la arbitrariedad¡ La ley de Amnistía del 77 fue el acto germinal de nuestra democracia. Supuso el abrazo nacional que necesitan las democracias. Nos propuso a los españoles mirar hacia el futuro y compartirlo. Destruyó muros y trincheras, convirtió a los enemigos en adversarios.

La amnistía de Conde-Pumpido quiebra aquel espíritu, dinamita el principio de igualdad, impugna las sentencias de los más altos tribunales, consolida los muros sanchistas y nos muestra que el ejército de Sánchez está integrado por personas como García Ortiz, Tezanos o el mismo Conde-Pumpido-

El 15 de Octubre del 77 fue un día de alegría. Hoy es un día de luto y tristeza. Uno entrará a nuestra historia, el otro terminará en las páginas negras de nuestro pasado; uno servirá de ejemplo, el otro será un bochorno permanente. En uno participaron políticos de altura, en éste sólo mercaderes de la política.