JORGE BUSTOS-EL MUNdO
ERREJÓN me contó cosas que no cupieron en la entrevista. Le pregunté por la disciplina de partido. «Los partidos levantan muros enormes por los cuales todo lo que se dice fuera es estupidez o conspiración y todo lo que se dice dentro tiene sentido. El síndrome de la fortaleza sitiada es una máquina mala de selección de talento. Todo se vuelve sospechoso y se mide la importancia de las posiciones por el grado de aquiescencia. Por eso el PP y el PSOE no vieron venir el estallido del 15-M, que se fraguó desde 2008 y no estalló hasta 2011. Y esa tradición bipartidista ha contagiado al resto de formaciones. Para eso se creó la figura del independiente, para dirigirse a la sociedad con gente que se le parezca un poco más. Porque hay que mantener el poder interno, pero luego ganar votos fuera. Si solo tienes la ética de las convicciones puedes ser un fanático, y si solo tienes la de la responsabilidad puedes acabar siendo un cínico».
Le pregunté por la serie Chernóbil. «Desmonta el falso dilema entre libertad y eficacia: siempre hay momentos de excepción donde algunos proponen suspender las libertades y concentrar el poder de decisión para ser más rápidos. Chernóbil muestra que la libertad no es solo una preocupación moral que atañe a quienes tienen la vida solucionada, sino que es la condición para que se desarrollen las mejores capacidades humanas. Sin libertad ya no prima la mejor solución sino la más obediente. La libertad no es un amor abstracto, es lo que permite que prosperen las mejores ideas y no las más cómodas para el poder».
Le pregunté por Trump. «Sus votantes han sido expulsados de la América biempensante y fabrican cosas que ahora se fabrican por la mitad de dinero en la otra parte del mundo. Su desarraigo es cultural y material. Trump y Le Pen advierten al liberalismo: ‘Si no construís comunidad vosotros, lo haremos nosotros’. Y la comunidad que estos construyen es histérica, solo se mantiene por la guerra constante, necesita un enemigo a las puertas que amenace. La función que cumplen en Vox los gays o la ideología de género o los musulmanes es la del monstruo que cohesiona al resto. En ese histerismo se parecen al fascismo clásico: hay que estar siempre marchando, alerta contra el enemigo. No importa quién sea o cuántos sean sino su función terapéutica. Si Europa no es un lugar al que pertenecer para vivir sin miedo, tendremos más chalecos amarillos».
Ojo que Errejón podría prestarle un cerebro a Sánchez tras el 10-N.