El PSOE probablemente encuentre otros apoyos para aprobar las reformas económicas pendientes y las negociaciones presupuestarias no serán determinantes estando la legislatura en sus últimas boqueadas. Serán los resultados del 22-M, y no el oportunismo del PNV, quien decida el fin de la agonía.
Si el presidente Zapatero resuelve finalmente poner un decoroso remate anticipado al viacrucis que ha supuesto su segunda legislatura, no habrá sido por el anuncio de esa ambigua y calculada cuarentena en la que el PNV ha colocado sus apoyos al Gobierno tras la anulación por el Supremo de las candidaturas de Bildu. Cuando pactaron con el PSOE, los nacionalistas vascos ya conocían cuál podría ser la posición del Ejecutivo si Batasuna ejecutaba lo que también se sabía que iba a intentar. Nada dijeron entonces. Tampoco cuando las intenciones del Gobierno, apoyado por el PP, se hicieron explícitas en las demandas de la Fiscalía y de la Abogacía del Estado. Sólo han sacado los pies del tiesto tras la sentencia del alto Tribunal, el único trámite de todo este proceso que no es imputable al Poder Ejecutivo. ¿Por qué? Porque si el Supremo hubiera rechazado las demandas, el PNV se habría quedado en el burladero, aunque ello en nada modificara sus discrepancias con el Gobierno en ese asunto.
El PNV rescató al PSOE del lecho de muerte, no por sentido de Estado respecto de un orden constitucional en el que no cree, sino porque vio la oportunidad de segar la hierba bajo los pies del lendakari Patxi López; una maniobra innoble a la que se prestaron sus correligionarios de Ferraz con tal de salvar el resuello por unos meses. Y rompe ahora con ese mismo PSOE (bueno, ya veremos) porque espera captar algunos de los miles de votantes que se quedarían en casa si el Constitucional ratificara la sentencia del Tribunal Supremo.
Pero el PSOE probablemente encuentre otros apoyos para aprobar las reformas económicas pendientes y las negociaciones presupuestarias no serán determinantes estando la legislatura en sus últimas boqueadas. Serán los resultados del 22-M, y no el oportunismo del PNV, quien decida el fin de la agonía.
Eduardo San Martín, ABC, 4/5/2011