El fiasco de las oposiciones para Guardia Civil y RTVE muestra que, en el fondo, seguimos siendo la España sesteante e hipócrita que mató de pena a Larra hace doscientos años
En el fondo, y aunque que presumamos de tener más kilómetros de AVE que nadie, seguimos siendo la España sesteante e hipócrita que mató de pena a Larra hace doscientos años, la del Dios proveerá, la picaresca del listo de turno al amparo de quien hace la ley hace la trampa y la eterna indolencia del vuelva usted mañana. Nos indignamos mucho un rato con nosotros mismos cuando se nos ve el pelo de la dehesa, eso sí… hasta la siguiente.
Esto es justamente lo que ocurrió la semana pasada. El destino quiso que dos de las oposiciones más importantes, para periodista en RTVE y agente en la Guardia Civil, convocatorias de esas que reúnen a decenas de miles de aspirantes a un puesto de trabajo para toda la vida, tuvieran que ser anuladas por la filtración interesada de las preguntas a algún desconocido participante que nunca conoceremos.
Si, la corrupción se compone de pequeñas hipocresías y corruptelas diarias que dejamos pasar hasta que vemos en el Telediario otras más graves que nos indignan pero no por el fondo ¡ojo! -todo español lleva un pícaro dentro-, sino porque refleja ante el espejo nuestra poca seriedad como país
Si, la corrupción se compone de pequeñas hipocresías y corruptelas diarias a nuestro lado que dejamos pasar hasta que vemos en el Telediario otras a años-luz en gravedad que nos indignan pero no por el fondo ¡ojo! -todo español lleva un pícaro dentro-, sino porque refleja ante el espejo nuestra poca seriedad como país que se reclama cuarta economía del euro.
Ni la Guardia Civil ni RTVE pueden protagonizar semejante bochorno sin que rueden cabezas de los responsables; algunas ya han rodado y más tendrían que rodar. Ambas instituciones son Estado con mayusculas, y han dado un ejemplo puertas afuera de lo que no es y debería ser una España que se tenga respeto a sí misma y a la imagen que proyecta.
¿Quien o quienes en las alturas de ambos organismos -y a qué precio-, solo por beneficiar a alguien se supone que cercano, han tenido la desfachatez de echar por tierra la imagen de limpieza que debe presidir los exámenes en un proceso de selección planetario? Sí, planetario, por lo menos en el caso de RTVE, a cuya oposición tristemente suspendida se presentan aspirantes del otro lado del Atlántico que todos hemos visto desolados haciendo declaraciones.
¿Quien resarce a toda esa gente que ha llegado a Madrid desde La Coruña, Almería -o en algún caso, Buenos Aires- del daño causado? ¿Quien se hace cargo d los cientos o miles de euros en gastos de avión, tren, autobús y hotel concursar en buena lid?
¿Quien resarce a toda esa gente que ha llegado a Madrid desde La Coruña, Almería -o en algún caso, Buenos Aires- del daño causado? ¿Quien se hace cargo de los cientos o miles de euros en gastos de avión, tren, autobús y hotel para concursar en buena lid tirados a la basura y de una cantidad similar que van a tener que gastarse allá por noviembre, cuando se repitan los exámenes?
De nada sirve autojustificarse con el argumento de que en RTVE decenas de profesionales del organismo están en régimen de interinidad desde hace años, como informaba en este periódico Iván Libreros esta semana; en total, representan entre un 20 y un 25% de toda la plantilla del ente público… ¿Y? ¿No nos interpela el intento de amaño como sociedad?
Problemas de interinidad también se dan en otros ámbitos de la función pública, como la sanidad o la educación españolas, cierto, pero como las convocatorias son autonómicas, el impacto mediático ante un hecho así es menor. Deberíamos aprovechar lo ocurrido en RTVE y Guardia Civil para observarnos como la sociedad que queremos ser, los valores que nos representan, que nunca podrán ser ese casposo Dios proveerá o quien hace la ley hace la trampa y vuelva usted mañana.