Cuando faltan veinte días para las municipales y autonómicas hay algunas diferencias sustanciales entre las previsiones del Gobierno y las expectativas del partido que fundamentalmente lo sustenta. El Gobierno ve las cosas con un optimismo que le nace, por una parte, de Pedro Sánchez, y por otra, de los magreos a los que José Félix Tezanos somete al C.I.S. El partido, que ve las cosas más a pie de calle, no encuentra tantos motivos para el alborozo.

El sanchismo está en horas bajas, como prueba  la desafección que los barones expresan hacia su líder. Quedan lejos los tiempos en que los dirigentes regionales se enfrentaban para tratar de atraer al líder máximo a hacer campaña junto a ellos. El presidente del Gobierno, lleva ya meses teniendo que realizar sus actos en la más estricta intimidad o dotarse de un público de atrezzo: jugadores de petanca que son jubilados del PSOE, estudiantes del partido y en este plan. Salir a la calle a cuerpo gentil es arriesgarse a la  bronca, como las finales de copa en las que participe un equipo vasco (o navarro, como pudimos comprobar el sábado pasado).

Antonio Muñoz, alcalde de Sevilla y candidato ha escondido el logo y ha descartado la presencia de dirigentes nacionales, para justificar su inequívoco eslogan: “Sevilla y solo Sevilla”. Sevilla tuvo que ser, empezaba aquel memorable bolero de Carmelo Larrea. Pues eso, Antonio Muñoz, que tiene alma de bolerista, no quiere más historias. Tampoco Emiliano García Page ni Javier Lambán están por compartir escenario con Pedro Sánchez. Podrían invitar a Félix Bolaños, si no fuera porque ha tenido que hospitalizarse por unas piedras en la vesícula, pero él no le hace ascos a compartir tarima con nadie, como quiso demostrar el 2 de mayo.

Parece que el PP navega con viento a favor, de ahí que haya reservado la plaza de toros de Valencia para el mitin central de Alberto Núñez Feijóo. No es probable que el PP reúna a 20.000 asistentes como en los buenos viejos tiempos de Rita Barberá. No se les ha ocurrido reservar el estadio Mestalla, que se desbordó, más de 55.000 asistentes, en la campaña de las que Felipe González perdió frente a Aznar. Pero es obligado admitir que la última comparecencia de Pedro Sánchez en Valencia, en el cierre de la conferencia municipalista, hubo solo entre 3.000 y 4.000 personas, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. “No nos va a ir muy bien” se malician dirigentes socialistas tratando de matizar el optimismo gobernante, mientras La Moncloa sigue mostrando la sonrisa institucional. “La situación es buena, la gente está gastando dinero”, dicen con argumentos que parecen tomados de las comparecencias de Nadia Calviño, esas en las que topaba, infortunadamente para ella, con Iván Espinosa de los Monteros, que solía darle unos repasos antológicos en materia de Economía.

Pensarán los lectores que esta opinión de la militancia (así la llaman) no parece propia de socialistas. “Podemos perder algún feudo, porque ya sabemos que Podemos está en declive”. Saber culpabilizar a un tercero: eso es lo que de verdad hace a un socialista.