ETA sigue mandando en el juego y dice el socialista Ares que las amenazas de la banda no «modificarán los principios» de su partido. Faltaría más. Aparte de esta obviedad y ante la falta de transparencia, quizás ETA en su sexto comunicado empiece a desvelar en qué consisten los acuerdos con los socialistas que, según ellos, no están cumpliendo. Atentos a la próxima entrega.
Si ETA no fuera nadie, como dijo ayer el Gobierno vasco en un intento de recuperar protagonismo en un proceso tan incierto que unos llaman «de paz» cuando quieren decir «de soberanía», no estaríamos donde estamos. Porque seguimos tan pendientes de los caprichos de la banda que su último comunicado (el quinto en cinco meses desde el alto el fuego) ha vuelto a irrumpir en la agenda festiva como un elefante en una cristalería. Lo peor de este nuevo aviso de ETA es que deja en evidencia al presidente Zapatero. Con sus amenazas, insinúa que el gobierno le prometió, en su día, algo que ahora no puede cumplir. Puede ser que se trate de una nueva treta en el pulso que los terroristas mantienen con el gobierno a través de los medios de comunicación y que incluso la publicación de los comunicados mensuales esté, de antemano, pactada.
Pero lo que parece claro es que Zapatero sigue jugando con fuego, a oscuras, y con la mitad de la compañía que necesita. Y lo malo que tienen estos procesos oscurantistas es que, a la postre, se hace la luz y termina sabiéndose todo. Como ocurrió en 1998 cuando el PNV negó, antes de que cantara el gallo, su pacto con ETA y al final terminó cantando la gallina: fueron los propios terroristas quienes publicaron los contenidos de los acuerdos con los jelkides. Por eso resulta tramposa la disyuntiva acerca de la credibilidad de las partes. No es de recibo que el gobierno nos plantee si creemos a un ejecutivo democrático o al entorno de ETA, cuando él mismo ha ‘laureado’ a Otegi con el flamante título de «interlocutor necesario». Si no creemos en los interlocutores necesarios, ¿cuál e la referencia?
Superada, pues, esta falsa cuestión habrá que ver quién sale beneficiado de estos momentos críticos. Según la secuencia de los hechos, parece que el mayor logro de Otegi fue la publicidad de su encuentro con los socialistas de Patxi López. Pero su mayor valor en alza es la trayectoria de sus exigencias. Siempre las mismas: la territorialidad (un eufemismo de la Euskadi unificada, con Navarra incorporada) y la autodeterminación. Sin esas garantías ETA no cerrará la persiana por muy penosa que sea su situación de supervivencia. El gobierno socialista, que tiene mucho que perder si se desvía un ápice de su discurso del respeto a la legalidad democrática, debería saberlo. Por eso, si Otegi dice que el futuro de Navarra ha sido objeto de diálogo , se extiende el manto de la sospecha.
ETA sigue mandando en el juego y dice el socialista Ares que las amenazas de la banda no «modificarán los principios» de su partido. Faltaría más. Aparte de esta obviedad y ante la falta de transparencia, quizás ETA en su sexto comunicado empiece a desvelar en qué consisten los acuerdos con los socialistas que, según ellos, no están cumpliendo. Atentos a la próxima entrega.
Tonia Etxarri. El Correo, 19/8/2006