Pablo Martínez Zarracina-El Correo

  • China saca pecho multilateral y lo de aislar a Vladímir Putin no termina de salir bien

Xi Jinping lanzó ayer una «Iniciativa de Gobernanza Global» en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai que no solo incluye el multilateralismo y el respeto al derecho internacional sino que, a mi modo de ver, le fusila alevosamente una idea al lehendakari Urkullu: «Enfoque centrado en las personas». Es fácil imaginar a Putin asintiendo después de oír lo del enfoque. Y repitiéndolo para sí mismo: «Lo primero son las personas». Y dándole con el codo -en plan «apúntalo, no vaya a olvidársenos»- al líder que tuviese al lado. Ojalá fuese Emomali Rahmon, presidente vitalicio de Tayikistán y dueño de unas cejas tupidas y levantiscas que resultan indistinguibles de los bigotes de dos cosacos siameses.

Por más que esas cejas hagan pensar en Breznev, Xi Jinping utilizó el encuentro con sus aliados para situarse al frente de un nuevo orden mundial que se aleje de la lógica de bloques de la Guerra Fría. El presidente chino defiende una «multipolaridad mundial equitativa y ordenada», lo que a grandes rasgos significa que ahora en el mundo le toca mandar a él. La instancia la giró ayer sin citar en ningún momento a Donald Trump, que es el líder estadounidense que ha acabado en unos meses con los bloques de la Guerra Fría y con la lógica en general. Para mañana, Xi Jinping ha organizado un gran desfile militar en Pekín. Contará con la presencia de, entre otros, Putin, el iraní Pezeshkian y Kim Jong-un. Si se fijan, lo de aislar al líder ruso no está saliendo muy bien. Hace poco se reunía con el presidente de Estados Unidos y estos días ha estado abrazándose con el presidente de India en presencia del presidente de China. «Estamos haciendo que se sienta aislado del peor modo posible: entre la multitud», podría argumentar Ursula von der Leyen, al ser los europeos los inventores de la alienación, el existencialismo y lo demás. Aunque quizá no tenga cuerpo. Una probable injerencia rusa anuló el domingo los sistemas GPS del avión en el que la presidenta de la Comisión volaba hacia la ciudad búlgara de Plovdiv. La provocación, tan clásica y bravucona, es reconocible. Para demostrar cómo se supera exactamente la Guerra Fría, el Kremlin se deshizo ayer en explicaciones: «La información es incorrecta». Y punto.

Toca Puigdemont

Pujol fue el presidente catalán que se hizo famoso por explicarnos a los demás de qué no tocaba hablar. «Esto no toca», fue quizá su frase característica. Al menos, antes de que llegase la otra: «¿Qué coño es eso de la UDEF?» Salvador Illa, que tiene un carácter mucho más afable y asertivo, anunció ayer por sorpresa que «ahora toca» verse con Puigdemont. Para estar al frente de la Generalitat ya se ve que hay que tener mucho instinto táctico, pero por el lado del tacto, o sea, del toque. El caso es que hoy Illa viaja a Bruselas para encontrarse con el expresident, pero en la sede que tiene allí el Gobierno catalán, no en Waterloo. El encuentro, que consigue resultar al tiempo extraordinario y aburrido, se relaciona con el apoyo de Junts a los Presupuestos en Madrid y con un futuro encuentro entre el presidente del Gobierno y el expresident huido. En cualquier caso, lo de hoy en Bruselas no generará ruedas de prensa por una razón simple: ahora no toca. Preguntado por los motivos de la reunión, Salvador Illa optó ayer por la salida imponente: «En democracia el diálogo es el motor primero». Que el president tiene formación filosófica se nota por el virtuosismo con el que combina el razonamiento aristotélico con la Bultaco.