De la tensión de este capítulo anunciado, ha surgido otra frase para los archivos: «el PP quiere tener una democracia carcelaria para poder meter en la cárcel a todos los que no compartimos sus planteamientos». ¿A que suena a Batasuna? Pues no. Al menos los socialistas no han amenazado a los jueces, como hizo en su día el Gobierno vasco.
Será por necesidad de protagonismo de los que no formaron parte del momento tan histórico que vivió la Cámara Vasca hace 16 años (ni Ezker Batua estaba ni se le esperaba, HB entonces tenía en sus entrañas a los fundadores de Aralar, y el lehendakari y su plan todavía no habitaban entre nosotros) pero el caso es que el Parlamento vasco se ha vuelto a repetir. Ha vuelto a proclamar el derecho de autodeterminación. Repetición de la jugada. El día de la Marmota 16 años después. Arzalluz tendrá que volver a brindar con cava (el 15 de Febrero de 1990 ya lo hizo en un programa radiofónico en Vitoria). Qué golpe de originalidad. Y, sobre todo, qué nivel de aportación en las intervenciones. Qué audacia.
Pero esto es lo que hay, aunque no sea para que vivan del cuento para lo que les votan los ciudadanos. Porque eso es lo que parece. Que viven del cuento, tirando de archivo. Si entonces, cuando la ‘Euskadi tropical’ tenía verdaderos problemas de abastecimiento de agua y las empresas y los hospitales estudiaban cómo seguir funcionando en plena restricción del suministro de agua, y los políticos se entretenían en declaraciones como la del derecho de autodeterminación, ahora se acogen al ejemplo de Montenegro. Pero se trata, según los nacionalistas de entonces y los de ahora, de «romper lazos con el Estado español porque ésa es su forma de resolver los conflictos políticos.
Amén de la brillantez habitual del nacionalista Rubalcaba regalando España porque «no la necesitamos para nada, se pueden quedar con ella», vuelven a las propuestas que, como señaló Patxi López acaban dividiendo a este país. Todavía más, claro. La experiencia nos va demostrando que el nacionalismo necesita volver a abrir lo que parecía cerrado para asegurar su supervivencia. Los catalanes han vuelto a discutir hasta la saciedad sus rasgos identitarios en los dos últimos años. Y, al final, cuando llega la hora de votar, la mitad de la población se ha desentendido. Es lo que suele ocurrir con el aburrimiento político.
En esta semana, mientras Imaz sigue atento a los movimientos de Mas pactando la presidencia de la Generalitat, los jueces del País Vasco han pasado los deberes a limpio. Y se ha cumplido lo que se predecía. Si el lehendakari tenía que dar cuenta ante el Tribunal Superior de Justicia por haberse reunido con Batasuna, ahora le toca a López.
De la tensión de este capítulo anunciado, ha surgido otra frase para los archivos: «el PP quiere tener una democracia carcelaria para poder meter en la cárcel a todos los que no compartimos sus planteamientos».¿A que suena a los portavoces de Batasuna?. Pues no. Se trata del socialista Ares. Acertijos aparte, al menos los socialistas no han amenazado a los jueces, como hizo en su día el Gobierno vasco. Se mantiene el respeto institucional. Qué menos.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 4/11/2006