LIBERTAD DIGITAL 04/07/17
PABLO PLANAS
· Rivadulla es un rapero apologeta del terrorismo que saltó a la fama por ese gran amigo de las artes y la porra bolivariana apellidado Monedero.
El inadaptado Pablo Rivadulla, alias Pablo Hasél, ha celebrado el vigésimo aniversario de la liberación de Ortega Lara con el siguiente mensaje en la twittercloaca:
Rivadulla es un rapero apologeta del terrorismo con cincuenta mil seguidores en las fosas sépticas de las redes sociales que saltó a la fama porque ese gran amigo de las artes y la porra bolivariana apellidado Monedero le distinguió como uno de sus cantantes preferidos.
José Antonio Ortega Lara permaneció secuestrado por la banda terrorista ETA durante 532 días y noches en un cubículo de tres metros de largo, dos y medio de ancho y un metro ochenta de alto. Diecisiete meses sin ver a su familia, diecisiete meses sin vislumbrar el sol, diecisiete meses sin estirar las piernas, diecisiete meses encerrado en un zulo minúsculo comiendo mierda y contando los segundos en el corredor de la muerte del grupo criminal nacionalista vasco cuyas atrocidades fructificaron y se perpetúan en la escuela del terrorismo islámico.
La fotografía de Ortega Lara tras ser liberado por la Guardia Civil de aquella tortura es igual que la de los supervivientes de los campos de exterminio nazis, una prueba gráfica de la existencia del Mal complementada por el relato del criminal Bolinaga, esbirro etarra que se negó a informar a la Guardia Civil de dónde estaba el funcionario de prisiones a fin de matarlo de hambre. A ese engendro que custodiaba a Ortega Lara, un Gobierno del PP le puso en libertad en 2012 porque padecía cáncer. Falleció dos años y medio después.
El 1 de julio de 1997, agentes de la Guardia Civil liberaban a Ortega Lara. El 13 de ese mismo mes, los terroristas replicaban con el asesinato de Miguel Ángel Blanco, un hombre de 29 años que era concejal del PP en Ermua y quien dos días antes había sido secuestrado cuando se dirigía a su trabajo gracias a la inestimable ayuda, información y colaboración de un edil batasuno compañero de plenos de la víctima.
Cuando ocurrió todo aquello, Rivadulla tenía once años, Monedero ya era un adulto y Pablo Iglesias casi, circunstancia que debería activar la memoria reciente de una sociedad que sufrió en sus carnes unas barbaridades cuya glosa se interpreta como conquistas de la libertad de expresión. En España, las fuerzas de seguridad y las víctimas del terrorismo derrotaron al terrorismo. Por contra, el relato nacionalista del terrorismo ha vencido a la verdad y a la historia. Es lo que ocurre cuando la izquierda considera a Ortega Lara un fantasma y al demediado de Rivadulla como un luchador de la libertad de expresión.