Juan Van-Halen-El Debate
  • Supongo que en esa valentía no incluía la demostrada por Sánchez en Paiporta, demudado, sostenido por sus guardaespaldas camino de una ducha, tras el lanzamiento de un palo que no le rozó. Los Reyes se quedaron con la gente

El PSOE ha salpimentado sus candidaturas en Autonomías que no gobierna con ministros acaso condenados ya al cese por el puto amo (Puente dixit), tan aclamado como temido por los suyos. Nombra ministros que luego utiliza a su personal beneficio. Ignora que el galón de ministro ya no suma sino resta. Los ministros antes de Zapatero, y desde luego de Sánchez, eran personas rigurosas, formadas y trabajadoras. La nula efectividad, la escasa dedicación y los desconcertantes resultados marcan a quienes hacen bulto alrededor de la mesa del Consejo de Ministros. ¿Quién identificaría a muchos de ellos?

Como jefe del socialismo madrileño, Sánchez, sin primarias y como optante único, se sacó de la manga el naipe de Óscar López. Juan Lobato cayó al negarse a participar en la trama supuestamente amasada por el fiscal general y Moncloa. Pilar Sánchez Acera trasladó a Lobato, insistente, la orden de Moncloa, y por ello el Colegio de Abogados de Madrid pide su imputación. Será la segunda de Óscar López. Otra premiada. Las alabanzas a Sánchez estuvieron aderezadas con insistencia por «la izquierda valiente», su lema. Supongo que en esa valentía no incluía la demostrada por Sánchez en Paiporta, demudado, sostenido por sus guardaespaldas camino de una ducha, tras el lanzamiento de un palo que no le rozó. Los Reyes se quedaron con la gente.

Óscar López, nieto de guardia civil, nacido en 1973, solo ha tenido un trabajo en cierto modo ajeno a la política. Fue presidente de Paradores de Turismo, una empresa pública. Lo demás, política pura y dura. Es un perdedor. En 2011 se presentó a las elecciones autonómicas de Castilla y León y consiguió 29 escaños de 84. En 2015 fue jefe de la campaña de Ángel Gabilondo en Madrid, y el PSOE perdió. En 2017 dirigió la campaña de Patxi López en las elecciones internas y las ganó Sánchez. El presidente utiliza a quienes se le enfrentaron; consigue una lealtad perruna de perdedores agradecidos. Óscar López, tras esos fracasos, llegó al ministerio y ahora a la candidatura en Madrid. Asegura que derrotará a Ayuso. En las pasadas autonómicas el PSOE fue segunda fuerza de la izquierda detrás de Más Madrid. Óscar Lopez es más optimista que el que se aleja de un timador convencido de que le ha engañado. Un optimismo vacío.

El Congreso lo arrancó un video con imágenes de Ayuso, Milei, Musk, Bolsonaro, Meloni y Orbán, marchas nazis y brazos en alto con manos abiertas. No tuvieron dídimos para incluir una imagen de Trump, pero en los discursos se habló de «la internacional ultra» que va «desde Estados Unidos hasta Madrid». Y eso ante el ministro de Asuntos Exteriores. La embajada de Estados Unidos seguro que lo ha trasladado a Washington. Me consta que también las fotografías de actos socialistas con Sánchez con el puño cerrado. Todo eso habrá hecho feliz al embajador elegido por Trump para Madrid, un cubano huido de su patria, y no menos feliz al secretario de Estado norteamericano, otro cubano también escapado del castrismo. El cacareo de Sánchez proclamándose ariete del mundo mundial contra el trumpismo no habrá provocado en Washington sino carcajadas. Los españoles sentiremos en nuestros bolsillos tanta chulería.

Clausuró el Congreso un Sánchez en carne mortal entre las férreas precauciones que no le abandonan. Le interesará tanto como dice, pero no confía en la ciudadanía; en su día alzó un muro entre los suyos y los demás. Habló más de Ayuso que de López. Insultó y mintió. Exigió a Feijóo que pidiese la dimisión a Ayuso, sin motivo, mientras él mismo se sostiene en la permanencia indecente de García Ortiz al que utiliza como escudo. Habló de Madrid como cabeza de una «multinacional ultra» y acusó a la presidente madrileña de delitos. Indignidades una tras otra. Y lo sabido: «No soportamos a Ayuso».

El video que abrió el Congreso evidencia cómo entiende el socialismo perdedor una campaña electoral; debemos esperar lo mismo en las elecciones autonómicas y en las generales cuando sean, si las hay. Sánchez, un entreguista de España a las rancias derechas catalana y vasca, a los herederos del terrorismo, y a la izquierda más radical y trasnochada de adscripción comunista, trata de mantenerse desde la mentira y la traición. Mentiras sobre la bonanza económica se escucharon muchas en el Congreso, pero es práctica normal y no asombra.

La estrategia socialista en su cónclave supuso una sucesión de desmesuras. El video debería preocupar al ministro de Asuntos Exteriores porque se ofendía a países amigos. Albares a veces me recuerda al «mínimo y dulce Francisco de Asís» del endecasílabo de Darío, por lo de mínimo no por lo de dulce y menos por lo de santo. Y no dejo de pensar en la pasividad de la derecha ante los insultos que como norma viene recibiendo. Y sin respuesta. Algún orador socialista se refirió a los insultos de la oposición, a sus bulos y falsedades. ¡Y dicho por socialistas! La pasividad de la derecha es una pésima estrategia. Las falsedades socialistas suman votos. Hay que evitar esa sensación de encaje sin réplica. ¿Complejo? ¿Por qué y hasta cuándo?

Óscar López aportó: «A los socialistas también nos gusta tomar cañas». Bien, pero a los sindicatos, comprados por el Gobierno cada vez más generosamente, les gustan las cañas como acompañamiento de las mariscadas. El domingo cumplieron su trato con Yolanda y se manifestaron contra la oposición. Los manifestantes no llegaron a tres centenares. El delegado del Gobierno contó quinientos. Fue generoso con los suyos.